Como Juan El Bautista
El Evangelio de nuestra Santa Misa de hoy (Mc 1, 1-8) nos presenta la figura de Juan el Bautista. Es conocido por nosotros que es el precursor de nuestro Señor Jesucristo. Su misión es preparar el corazón del pueblo para que puedan aceptar al Mesías que se hará presente en medio de ellos y, al mismo tiempo, señalar al pueblo al Elegido. Y eso hizo.
Con este pasaje del Evangelio, la Iglesia quiere proponernos como un punto de reflexión para este adviento el saber orientar nuestra vida a Cristo. Y resulta necesaria esa llamada de atención porque, como hemos reflexionado la semana pasada, es fácil distraerse. Sin Cristo Jesús, la Navidad pierde todo su sentido.
El no perder de vista el fundamento y origen de nuestra fe y lo fundamental de la Navidad no es sólo un trabajo personal que mire solo la fortalecer nuestra espiritualidad. Es también una misión a la que nos llama Cristo Jesús y la Iglesia: Anunciar a los demás a Cristo Jesús, como Juan el Bautista.
Desde hace bastantes años, la Iglesia en América latina ha recibido la invitación a vivir nuestra fe cristiana como discípulos misioneros. Esto quiere decir que todos debemos estar en una actitud de constante escucha, para aprender del Maestro, y, al mismo tiempo, estamos llamados y urgidos por el mismo Cristo a llevar el mensaje de salvación a los demás.
Como enviados a anunciar a Cristo cada uno de nosotros debe encontrar el mejor modo de hacer llegar el mensaje. No todos están llamados a ejercer como predicadores o como apologetas, pero todo podemos anunciar de manera sencilla la centralidad de Cristo en nuestras vidas. En ese particular, en nuestro día a día, puede ser más que suficiente recordarle a nuestros amigos y parientes que la Navidad no es sólo adornos, luces, comidas, parrandas, gaitas y aguinaldos. Es más que eso: es el nacimiento de Cristo.
Si hacemos ese pequeño trabajo, emularemos la misión de Juan El Bautista: prepararemos para el Señor un pueblo bien dispuesto y anunciaremos a Cristo a nuestros hermanos.
No pierdas el norte: el centro de la Navidad y de nuestras vidas es Cristo Jesús. Seamos discípulos misioneros: estemos a la escucha de Cristo, y como Juan el Bautista, anunciemos a Cristo a nuestros hermanos.
Que la bendición del Niño Jesús nos acompañe siempre.
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