Es hermoso saber rectificar

 Este domingo, las lecturas de la Santa Misa nos propone unos pasajes de la Sagrada Escritura ricos en mucho contenido.

Hoy quiero hacer mi reflexión sobre la primera lectura de nuestra Misa (Jer 38, 4-6. 8-10).

El relato del Rey Sedecías es la alegoría perfecta de lo que sucede con frecuencia en la vida de los hombres. Estamos expuestos a las influencia de malas personas, al igual que el rey: algunos se acercan a él a pedir la muerte de Jeremías porque con sus palabras deja en evidencia su mal proceder. Y el rey no se opone. Afortunadamente también estamos expuestos a la influencia de buenas personas, como las que se acercaron al rey para pedir que salvara al profeta Jeremías.

En la práctica es imposible encontrar alguna persona que no cometa errores. La condición humana es la que es: no somos perfectos. Podemos, y es seguro, que nos equivoquemos y ofendemos a Dios.

El hecho de que esto ocurra no quiere decir que tenemos un derecho a equivocarnos. Nadie tiene derecho a equivocarse: en realidad, tenemos derecho a rectificar cuando nos hayamos dado cuenta que nos hemos equivocado. Tal cual como hizo el rey Sedecías.

Hoy en día, por una mal entendida autoestima, la gente resulta temerosa porque busca ser perfecto, el error no es una opción para ellos. Y resulta que se encuentran luchando contra lo inevitable. La actitud de soberbia les lleva a no reconocer cuando se han equivocado. Y lo que es peor: algunos perseveran en el error con tal de no admitir que se equivocaron.

Aprendamos de este pasaje de la sagrada escritura 4 cosas fundamentales: 

1) estamos rodeados de gente buena y gente mala; 

2) es una posibilidad más que cierta el que podamos equivocarnos y ofender a Dios;

3) debemos rectificar cuando nos demos cuenta que nos hemos equivocado y hemos pecado, y 

4) Dios nos brinda siempre la oportunidad de arrepentirnos y convertirnos.

Que Jesús nos bendiga hoy y siempre.

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