No estamos solos en la adversidad

Estos últimos meses el mundo ha tenido una experiencia cercana de lo que significa la adversidad. En algunos lugares como en Venezuela, lo están viviendo desde hacer muchos años.

No cabe duda de que la experiencia del mal físico es una cosa que no tiene fácil explicación desde el punto de vista humano. Una persona que enferma o que está recién operado tiene una vivencia cercana de lo que significa ser vulnerable, y, en esa condición, siempre surge la pregunta: ¿Por qué esto? ¿Por qué a mí?

En la primera lectura, escuchamos un pasaje del libro de Job (7, 1-4.6-7) cuya historia ha causado el asombro por la paciencia y la confianza en Dios en medio de una serie de eventos que habrían abatido el ánimo de cualquiera. El secreto de Job estaba en la confianza en Dios y que, aunque en el momento no encontrara ninguna explicación que diera un sentido a toda esa situación, sabe que la vida es pasajera y está las manos de Dios.

La cercanía y la familiaridad con el Señor tiene como resultado la sanación del corazón. La sanación no significa curación de la enfermedad o la eliminación de la adversidad. Sanación significa que el corazón no se llena de resentimiento o abatimiento, que mantiene su voluntad firme por superar el mal y deposita toda su confianza en el Señor.

En el Evangelio (Mc 1, 29-39) escuchamos que muchos llevaron los enfermos a Jesús para que los sanara. No está mal acercarse al Señor para pedir vernos libres del mal. Lo pedimos inclusive en el Padre Nuestro. El Señor se acercó a Cafarnaúm para predicar y después de las curaciones, mucha gente le buscaba, pero, decidió ir a anunciar a otros pueblos el mensaje de salvación. Lo malo es acercarse solo por eso, y no por buscar a nuestro Señor. 

Acudir a Nuestro Señor Jesucristo por ser quien es (Dios y hombre verdadero) se llama fe. La fe, como afirmó el Papa Francisco hace unos años, no quiere decir que no tengamos dificultades en la vida, sino que somos capaces de afrontarlas sabiendo que no estamos solos.

No importa cuán grande o continua sea la adversidad que tengamos. Jesús está con nosotros en nuestra lucha, en la aceptación de nuestra realidad y en la esperanza de que todo redundará para el bien de los que aman a Dios.

¡Feliz Domingo!

 

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