El pase de testigo
En
las olimpiadas hay una competencia que se llama “carrera de relevos”. cuatro
corredores recorren una misma distancia pasándose un tubo largo llamado “testigo”.
Cada corredor debe poner en mano del siguiente corredor el testigo.
La
vida de la Iglesia es como una carrera de relevos, solo que no todos corren una
distancia igual. Sin embargo, todos deben entregar lo mismo a los siguientes:
Cristo Jesús.
Ya
desde el Antiguo Testamento Dios había determinado que Israel debería ser luz
de las naciones para que la salvación alcanzara hasta los últimos rincones de
la tierra. El Pueblo de Dios debía iluminar, dar luz a todos los pueblos: dar a
conocer al amor de Dios a los hombres, el amor que salva: el Mesías, Cristo
Jesús (Is 49, 3 - 6).
En
el Evangelio es notoria la actitud de Juan Bautista: “yo lo he visto y he
dado testimonio de que este es el Hijo de Dios” (Jn 1, 34). Está hablando
de Cristo Jesús, su pariente. Juan Bautista gozaba de una gran ascendencia
sobre el Pueblo de Israel, y a todos los que los seguían les hizo saber eso: Jesús
es el Salvador prometido por Dios. Juan Bautista hizo entrega de su testigo:
dio testimonio.
Cada
uno de nosotros tiene la misma misión de entregar el testigo: Cristo Jesús.
Pero el problema fundamental es que nadie puede dar lo que no tiene. Si no se
tiene a Cristo Jesús en la vida, es imposible que pueda entregarlo. San Pablo lo
tiene claro cuando pone a Jesucristo en centro de su acción y predicación (1Co
1, 1-3)
Al
igual que en la carrera de relevos, quien recibe el testigo debe querer
recibirlo. De lo contrario, le hace difícil la tarea al anterior. Y para poder
transmitirlo, hay que tenerlo. ¿Cómo entregar a Cristo Jesús si no se le tiene?
√ No se puede hablar de un Jesús que no se
conoce.
√ No se recibe a un Jesús que no se sabe
dónde está.
√ No se vive cerca de un Jesús si no
vivimos como Él quiere.
√ No se puede ser testigo de Cristo si no
se tiene a Jesús en la propia vida.
El
cristiano está llamado a dar un testimonio de Cristo Jesús con la vida y con la
palabra. Hoy el mundo hace todo tipo de presión para que los creyentes no den
testimonio. Se burlan de las prácticas de la fe, hablan de manera despectiva de
nuestra religión, atacan sin ningún tipo de escrúpulos a los pastores: al mundo
le resulta incómodo Cristo Jesús. Además de la carrera de nuestra vida, debemos
luchar contra los obstáculos del mundo. Y eso hace más valioso nuestro
testimonio.
Si
no tiene a Jesús en tu vida, búscalo. Él se deja encontrar: Lo encuentras en la
oración, en la Sagrada Escritura, en los sacramentos y en el hermano
necesitado. Y ante los ataques del mundo, ¡mostrémonos valientes! Estamos del
lado correcto, con Nuestro Señor Jesús
Dios te bendiga.
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