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Mostrando entradas de diciembre, 2018

Santa María, Madre de Dios

             La costumbre establecida por la ley mosaica era que todo varón, a los ocho días de nacido, debía ser circuncidado. Esa era la señal de pertenencia al pueblo de Israel. Legalmente, pasaba a formar parte del pueblo de Dios y se le imponía el nombre.             Entre en nacimiento de Jesús y su circuncisión ocurrieron una serie de eventos que llenaron de alegría, estupor… una serie de emociones mezcladas a la Virgen. Eso no fue obstáculo para que María dejara de vivir su vida de oración. De hecho, el Evangelio que hemos escuchado dice de Ella que “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. Eso se llama discernimiento.             El Santo Padre Francisco nos ha recordado recientemente que el discernimiento es necesario para la vida cristiana ( Gaudete et exsultate nn. 166 – 175). Todo lo que ocurre en nuestra vida, lo bueno y lo malo, las alegrías y las tristezas, las esperanzas y las desilusiones, ha de ser puesto ante la Palabra y la Voluntad de Di

La Sagrada Familia de Nazareth

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            El domingo siguiente a la solemnidad de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia. Dedica un día para que todos los creyentes tengan presente un aspecto de la vida de Nuestro Señor Jesucristo: formaba parte de una familia.

Mirar a María

Este domingo, el Cuarto de Adviento, es una invitación para dirigir nuestra reflexión sobre la fase final de la historia de la salvación. Toda la historia del Pueblo de Israel está marcada por la promesa del Mesías: desde el relato del pecado original (Gn 3, 15), pasando por la bendición de Jacob a su hijo Judá (Gn 49, 8 - 12), la profecía de Moisés de que aparecería uno como él (Dt 18, 18), la profecía de Natán a David según la cual un hijo de David se sentaría en el trono por siempre (2Sam 7, 13 - 14), las señales precisas de Isaías (Is 7, 14) y Miqueas (Miq 5, 1 - 3): nacería de una virgen y en Belén... todo eso estaba llegando a su cumplimiento en María. La tensión espiritual de María debió ser intensa: en Ella se estaba realizando la plenitud de los tiempos. Llevaba consigo al Autor de la Vida, Cristo Nuestro Dios. No en balde María es llamada el primer Sagrario. La Iglesia teje una gran alabanza de María: Ella concibió a Jesús primero en su corazón antes que e

Las pequeñas corruptelas y distracciones

            Es un fenómeno reconocido el hecho de que las cosas que empiezan muy bien con el paso del tiempo, si no tienen una vigilancia permanente, comienzan a introducirse pequeñas corruptelas que con el paso del tiempo pueden convertirse en grandes desviaciones. Es el caso, por ejemplo, de un restaurant que comienza muy bien o de un colegio que comienza excelente, pero que con el paso del tiempo comienzan a decaer. Todo es producto de la naturaleza humana que tiende siempre a lo más fácil desvirtuando lo que era una acción buena al inicio.             Pero eso no solo ocurre con las pequeñas o grandes empresas que inician los hombres sino también en la vida ordinaria y en la vida espiritual. En la vida de pareja puede entrar el tedio o la falta de comunicación, lo mismo en la educación de los hijos, en el trato con otros familiares o los vecinos. En nuestra vida espiritual pueden entrar también ciertas “corruptelas”. La primera de ellas, sin duda, el descuido en el trato con D

Preparar el camino del Señor

En más de una ocasión, cuando vemos algún problema, nos tomamos unos momentos para organizar en nuestra cabeza cómo vamos a solucionarlo, cuáles serán los pasos que iremos dando para lograr nuestro objetivo. En el caso de hoy, el objetivo ha sido propuesto ya desde hace miles de años, y es un objetivo perenne: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos . La pregunta clave ahora es ¿cómo iniciamos? ¿Cómo comenzamos a preparar el camino del Señor? Y aquí cada quién podrá tener su opinión. No obstante, hay algunas cosas que habrá de tener presente, una en especial: El objetivo es preparar el camino del Señor. Ahora bien, el punto de partida debe ser especificar cuál “señor”. A lo largo de nuestra vida, los intereses y necesidades hacen que perdamos de vista al único Señor. Resulta llamativo el hecho de que, por ejemplo, haya alguna persona que puede hacer el gran sacrificio económico y de tiempo por ir a ver un juego en el estadio y no haga el mínimo esfuerzo por esta

¡Alégrate, llena de gracia!

En el Evangelio de nuestra Misa de hoy (Lc 1, 26-38), el ángel Gabriel saluda a María: ¡Alégrate, llena de gracia! El Señor está contigo En latín, tiene un alcance mayor esta expresión: gratia plena . La tradición bíblica ha visto, en esta expresión, una declaración de parte de Dios: Ella, María, reside plenamente la misma vida de Dios —la gracia— y, por consiguiente, Dios está con Ella. María es el objeto del amor de Dios. La tradición de la Iglesia es unánime en afirmar, como dogma de fe, que María, en atención a que sería Madre de Dios Hijo, fue liberada de cualquier mancha de pecado original y su alma fue dotada de la plenitud de la gracia desde el primer instante de su concepción. Así fue definido el 8 de diciembre de 1854 por el Papa Pío IX en la Bula Innefabilis Deus . La Iglesia siempre ha creído eso. De hecho, una de las invocaciones marianas más antiguas y extendidas de la fe católica así lo confiesa: ¡Ave María purísima! ¡Sin pecado original concebida! Con la

¡Ven, Señor Jesús!

La Iglesia desde siempre ha anunciado que el Señor vendrá por segunda vez. Forma parte de nuestra, de hecho, en el Credo recitamos: “ y desde allí (de la derecha del Padre) ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos ”. Y esto es un hecho que anunciamos y pedimos con frecuencia: en el Padrenuestro decimos “ venga tu Reino ”. En la Santa Misa, en la aclamación después de la Consagración decimos: “ Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven, Señor Jesús ”. Después del rezo del Padrenuestro en la Misa, el sacerdote se dirige a Dios Padre con estas palabras: “ Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo ”. El tiempo de Adviento es particular: se trata de vivir la primera y la segunda venida del Señor. Es tiempo de preparación para la Navidad esperando la segun