Saber "leer" los hechos de la vida



En el Evangelio de hoy (Lc 13, 1 - 9), Nuestro Señor quiere aclarar algunas ideas que tenían los israelitas de su tiempo. Ellos pensaban que quienes sufrían desgracias eran objeto de castigo divino. Jesús les dice que no eran ellos más pecadores que cualquiera, pero que deben aprender de ello: Deben ver en ello una gracia especial del Padre que los invita a la conversión de vida.
De igual manera San Pablo les recuerda a los corintios que todos los hechos del pasado de Israel “sucedieron a nuestros antepasados como un ejemplo para nosotros y fueron puestas en las Escrituras como advertencia para los que vivimos en los últimos tiempos. Así pues, el que crea estar firme, tenga cuidado de no caer”. Todos los hechos de la historia pueden tener un mensaje para nosotros, solo que debemos aprender a “leerlos”.
Ya el Papa Beato Juan XXIII invitaba a toda la Iglesia a leer “los signos de los tiempos”, es decir, a saber reconocer los elementos que configuran la sociedad moderna para dar una respuesta desde la persona y el mensaje de Cristo. No cabe duda que debemos hacer lo mismo en nuestra vida.
Son múltiples los hechos que nos ocurren, que presenciamos o que conocemos. Muchas son noticias agradables, algunas son desagradables (y tristemente le damos más importancia) y otras mueven a nuestra admiración. Todas ellas tienen un contenido para nosotros: lo único que debemos hacer es verlos desde la óptica de Nuestro Señor. Eso se llama “interiorizar”, saber hacerlo parte de nuestra meditación.
Si son hechos buenos, debemos dar gracias a Dios, si son hechos desagradables en nosotros o en otros, saber confiar en Dios y aprender de ellos. En cualquier caso, todo debe ayudarnos a ser mejores hijos de Dios. Y eso se llama conversión.
Conversión es cambio de vida, de manera de vivir y de pensar. Los antiguos lo llamaban metanoia o cambio de mentalidad. Todo cambio comienza en la inteligencia, en la manera de ver y aceptar. Una persona puede hacer las cosas bien porque lo obligan pero puede no estar convencido de que no es lo mejor. Una persona comienza el camino de conversión cuando acepta que lo que ha hecho es malo y ofende a Dios. Su conversión será completa cuando comience a orientar su vida según Dios.
A esto nos invita el Señor Jesús cuando nos invita a saber leer los hechos de la historia: “y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante”.
Aprendamos a interiorizar lo que ocurre en nuestra vida y comencemos el camino de la conversión.
Dios te bendiga.

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