Jesucristo es Rey
La Sagrada Escritura está plagada de
referencias al Reinado de Cristo. Desde la profecía de Natán (2 Sam 7, 12 –
16), pasando por el anuncio de Juan el Bautista (Mt 3, 2) hasta las hermosas
palabras de San Pablo (1Cor 15, 24 – 28). Jesús se aplica ese título a sí mismo
en muchas ocasiones. Hoy, en el Evangelio de la Misa, Jesús no solo afirma ser
Rey, sino que, además, da varias pistas de su reinado.
Su
reinado no es de este mundo. Ya en otra ocasión, el Señor hizo una crítica
de ese tipo de reinado: “Ustedes saben que los gobernantes de las naciones
actúan como dictadores y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no
será así entre ustedes. Al contrario, el que de ustedes quiera ser grande, que
se haga el servidor de ustedes” (Mt 20, 25 – 26) Jesús no obliga a
nadie, no somete a nadie ni abusa de nadie. Él es rey de quien le ofrece su
corazón y su vida.
Su
reinado es un testimonio sobre la verdad. La verdad de la que habla Jesús
no es simplemente el no decir mentiras, sino de la verdad que libera: “Ustedes serán verdaderos
discípulos míos si perseveran en mi palabra; entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”
(Jn 8, 31 – 32). Esa verdad no es otra cosa que Dios, su Voluntad y el plan de
salvación para todos los hombres. Alejarse de Dios, de Cristo Jesús, de su
Voluntad y de su plan de salvación es el pecado: “en verdad les digo: el que vive en el pecado es
esclavo del pecado. Pero el esclavo no se quedará en la casa para siempre; el
hijo, en cambio, permanece para siempre. Por tanto, si el Hijo los hace libres,
ustedes serán realmente libres” (Jn 8, 34 – 36). No cabe
duda de que el demonio es el padre de la mentira, porque aleja a los hombres de
Dios y les hace vivir en el pecado. Así lo declara Nuestro Señor en la
discusión con los judíos: “Por
eso ustedes no me creen cuando les digo la
verdad. ¿Quién de ustedes encontrará falsedad en mí? Y si les digo la verdad, ¿por qué no me creen? El
que es de Dios escucha las palabras de Dios; ustedes no las escuchan porque no
son de Dios” (Jn 8, 45 – 47).
Ahora puede entenderse mejor el
mensaje de Juan el Bautista cuando anunciaba la próxima presencia de Cristo:
conversión, alejarse del pecado: “Por aquel tiempo se
presentó Juan Bautista y empezó a predicar en el desierto de Judea; éste era su mensaje: «Renuncien a su mal camino, porque el Reino de los Cielos está
cerca»" (Mt 3, 1 – 2). Alejarse del pecado es tomar
distancia de la mentira y acercarse a la verdad.
Es un reino de
sacerdotes. Lo propio de los sacerdotes es presentar ofrendas y sacrificios
(Heb 8, 3). Todos discípulo de Cristo, que ha aceptado la verdad que libera,
que ha hecho de Cristo Jesús su Rey, es constituido también como sacerdote,
pero no en servicio ministerial, sino haciendo la ofrenda de su vida. Así nos
enseña San Pedro: “También ustedes, como piedras
vivas, se han edificado y pasan a ser un Templo espiritual, una comunidad santa
de sacerdotes que ofrecen sacrificios espirituales agradables a Dios por medio
de Cristo Jesús” (2Pe 2, 5). Esos “sacrificios espirituales” además de las pequeñas y
grandes cosas que hacemos, es la ofrenda de nuestra propia vida.
Es un reino que
permanece para siempre. Jesús no pierde nunca su condición de rey. Su
reinado será pleno al final de los tiempos y su reino no tendrá fin. Así lo
afirma inequívocamente el Ángel Gabriel en el episodio de la Anunciación: “No temas, María, porque has encontrado el favor
de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre
de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor
Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo
de Jacob y su reinado no terminará jamás” (Lc 1, 30 – 33)
Hagamos
que el Reinado de Cristo en nuestra vida sea una realidad: servicio, aceptar a
Cristo, su Palabra y su Voluntad, alejamiento del pecado, ofrenda de nuestras
acciones y nuestra vida.
Que
Dios te bendiga.
La biblia siempre nos va a enseñar buenas historias sobre la palabra y la vida de Dios, para tomar de ejemplo en nuestra vida; con las oraciones
ResponderEliminarpodemos reforzar el cariño y acercamiento a nuestro señor salvador.