¡Problema de ellos!


Es una experiencia común: quien no quiere creer en alguien, encontrará los mil y un argumentos para no creerle. Parece que es algo que es muy razonable: los seres humanos nos dejamos llevar por nuestras emociones que no siempre son buenas.
Las emociones, en algunas ocasiones, se convierten en un obstáculo para la búsqueda y aceptación de la verdad. Basta que nos digan algo que no nos gusta para que nuestra percepción de la persona que nos habla cambie radicalmente. Y peor aún si hablamos de algún gesto o actitud que no nos gusta.
Todos hemos sido constituidos profetas desde nuestro bautismo. De hecho, cuando fuimos ungidos con el Crisma fuimos consagrados como miembros de Cristo Sacerdote, Profeta y Rey.
La misión del profeta (nuestra misión) es llevar el mensaje de parte de Dios, que no siempre resulta del agrado del oyente. La historia bíblica lo confirma: En ocasiones, son los mismos enviados quienes ponen trabas porque se ponen en el lugar de sus oyentes. Ese es el caso de Moisés (Ex 4,1; 4,10) o Jeremías (Jer 1, 6). En otras ocasiones, Dios mismo le advierte al profeta que muchos no querrán oírlo porque son un pueblo cabeza dura como el caso de Ezequiel, que escuchamos en la primera lectura, o de Zacarías (Zac 1, 4) o de Isaías (Is 6, 9-10).
Nuestro Dios y Salvador Jesucristo no fue una excepción. Ya escuchamos en el pasaje del Evangelio que sus mismos coterráneos ponían en duda que fuese un profeta. Y lo argumentan: lo conocemos, sabemos quién es, que hace, quienes son su familia. No quieren escuchar el mensaje y para eso desprestigian al mensajero.
En nuestra misión de profetas (porque somos profetas, no lo olvides) no debe detenernos el hecho de que pensemos que no nos escucharán. Será un problema de ellos. Nosotros debemos llevar el mensaje de la Buena Nueva (y eso es el Evangelio) así no nos quieran escuchar. Quien quita que algún día nos escuchen y cambien de verdad su vida. No debemos tener miedo: Jesús está de nuestro lado. Jesús confía en nosotros.
Que Jesús, el Profeta, que nos envía a llevar el mensaje de salvación, nos bendiga siempre.

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