Omnes cum Petro (Todos con Pedro)

Todos los domingos Dios y la Iglesia nos ofrecen unos pasajes de la Sagrada Escritura hermosos para meditar, pero, sin duda alguna las lecturas de hoy poseen unas riquezas especiales.

Detengámonos en el Evangelio. Podríamos meditar muchas cosas, entre otras la respuesta a esa pregunta que hace Jesús: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Sin embargo quiero llamar tu atención sobre una particular riqueza, casi escondida, que la primera lectura nos ayuda a entenderla.

Después de la respuesta de Pedro, el Señor dice al príncipe de los Apóstoles: “Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.

No debemos olvidar que, como nos enseña el Concilio Vaticano II, Dios habló a los hombres al modo de los hombres. Nosotros los hombres hablamos según la cultura en la que nacemos. La cultura hebrea es muy rica en imágenes, y hoy el Señor usa una que tiene un significado específico: entregar las llaves.

Para aclarar el significado, recurramos a la primera lectura. El mayordomo de palacio era como el gobernador o, como se diría en términos más actuales, una especie de secretario de gobierno. Él es quien despacha todos los asuntos que no llegan al rey. Sebná, mayordomo de palacio, se había pervertido en sus funciones. El Señor decide que será Eleacín quien ocupará su lugar. La señal del dominio de Eleacín será el poner las llaves sobre su hombro: “Lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá”. En otras palabras, dar las llaves es señal de confianza en el buen juicio para el gobierno ordinario.

Ese mismo significado posee las palabras de Jesús a Pedro: “Yo te daré las llaves del Reino de los cielos”. El Señor confía a Pedro –y por lo tanto también a sus sucesores– el gobierno de la Iglesia. Desde los inicios de la Iglesia todos los Apóstoles y la comunidad de creyentes ha tenido esto como cierto. Forma parte de la Voluntad de Cristo Jesús el que reconozcamos al Sucesor de Pedro como cabeza visible de la Iglesia.

Lamentablemente, casi todas las demás confesiones cristianas no reconocen al sucesor de Pedro como el pastor de la Iglesia Universal. Y esta es una gran herida en la unidad de los cristianos.

Todos los cristianos católicos reconocemos la autoridad del Papa y sabemos la tremenda responsabilidad que recae sobre sus hombros. Esa es la razón por la cual lo tenemos siempre presente en la celebración de la Santa Misa pidiendo al Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo que sea fiel y tome las mejores decisiones para toda la Iglesia.

Nosotros hemos de pedir para que la unidad de los cristianos sea una realidad: todos los creyentes en Cristo bajo la autoridad de un mismo pastor. Que así sea.

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