La Providencia Divina

Las lecturas de la misa de hoy nos invitan a considerar el cuidado amoroso que Dios tiene sobre todas las criaturas, en especial con su obra predilecta: el hombre.

La primera lectura de la misa de hoy, tomada del libro del profeta Isaías, es un mensaje dirigido al pueblo de Israel que se encontraba en el exilio. Los israelitas experimentaban momentos difíciles: estaban fuera de su tierra, sin bienes, trabajando para un rey extranjero, desconociendo el destino de su familia que había quedado en Israel. En medio de ese cuadro dramático, el corazón de los israelitas comenzó a sentir desolación. A ellos está dirigido el mensaje del profeta: “Sión había dicho: ‘El Señor me ha abandonado, el Señor me tiene en el olvido’. ¿Puede acaso una madre olvidarse de su creatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas? Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti”, dice el Señor todopoderoso”.

En el pasaje del Evangelio según San Mateo de nuestra misa de hoy el Maestro nos da una lección para nuestra vida: "Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”. Esta lección del Maestro se encuentra vigente todavía.

Existe un peligro para los discípulos de Jesús –para nosotros– y es el olvidar que Nuestro Padre es Omnipotente y que extiende su cuidado amoroso sobre toda la creación, incluido nosotros. Si bien es cierto que Dios procura alimento a las aves del cielo no es menos cierto que el alimento Dios no se lo lleva al nido. La confianza en la Providencia Divina no exime el que cada uno ponga lo mejor de sí para alcanzar lo necesario para vivir dignamente.

 La preocupación por llevar una vida no debe llevarnos al apegamiento a lo material. Servir al dinero puede hacer perder fácilmente los límites de la honestidad y la moral: personas así no se detendrán ante nada ni ante nadie para conseguir el bien o el dinero que quieren. Personas así no verán mal mentir, robar, exprimir a un trabajador, defraudar, estafar, dejar de honrar las obligaciones para con su familia, con tal de obtener lo que quieren. Entonces podremos decir, usando una imagen de San Agustín: el amor por el dinero ha crecido tanto que ha llegado hasta el olvido de Dios.

No olvidemos esta enseñanza del Maestro. Examinemos nuestra vida sobre la confianza en la Providencia Divina y si en nuestro esfuerzo por llevar una vida digna hemos llegado hasta el olvido de Dios.

Dios te bendiga.

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