El Señor quiere nuestra iniciativa

Hoy celebramos en casi toda la Iglesia la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Hoy es un día en que los fieles recordamos, meditamos y celebramos la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.

Las lecturas de hoy, hermosas por demás, tienen una nota común. El Señor quiere nuestra iniciativa. Si nosotros no queremos acercarnos a Él, no podremos recibir la riqueza que nos ofrece, es decir, Él mismo.

En la primera lectura (Ex 24, 3-8) escuchamos como el pueblo de Israel manifiesta “Haremos todo lo que dice o manda el Señor” y solo después de esa disposición se sella la Alianza entre Yahweh y el pueblo.

En la segunda lectura, el autor de la carta a los Hebreos (9, 11-15) describe la grandeza de la persona de nuestro Señor Jesucristo y el poder de su sacrificio por los hombres como Sumo Sacerdote. Aunque su poder es infinito, es necesario que cada uno responda al llamado del Señor: “así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna”. No existe otra manera de hacer nuestra la salvación de Cristo.

En el Evangelio (Mc 14, 12-16. 22-26), la iniciativa parte de los Apóstoles: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?». El Señor Jesús les da las indicaciones y ¡ellos obedecen! Entonces, después de haber mostrado su disposición e interés, el Señor les da la mayor y más grande de las riquezas: Él mismo.

Nosotros confesamos la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Allí está Dios y hombre verdadero. En la Eucaristía está el mayor don de la historia. Esa riqueza está disponible, pero es necesario que tengamos la iniciativa: reconozcamos a Jesús como Dios y hombre verdadero, como el Salvador y el Señor. Solo entonces podremos atisbar la riqueza que significa tener a Jesús en la Eucaristía, lo grandioso que es poder recibirlo.

Y hoy es un día excepcional para que tomemos la iniciativa.

¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar! ¡Sea por siempre bendito y alabado!

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