Una clave para evaluar nuestra vida
Comentar el significado de la parábola del sembrador que
hemos escuchado en el Evangelio de la Santa Misa de hoy es inútil. Ya el mismo
Señor ha dicho cuál es su significado, y a lo dicho por Él no cabe añadir más.
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Sin embargo, al mismo tiempo nos ofrece una clave para
nuestra vida: ¿Cuál es nuestra relación con el mensaje de salvación? No se
trata simplemente de decir que “me gusta” o “la acepto”. Se trata de verificar
si se vive o no se vive.
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Es interesante hacernos esta pregunta. De hecho, es una
de las preguntas que todo cristiano debe hacerse periódicamente, puesto que
cada hijo de Dios debe evaluar cuál es su conducta a los ojos de su Padre.
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Lastimosamente hoy muchos se comportan como aquel terreno
que está a la vera del camino, o como el terreno pedregoso, o como el terreno
lleno de espinos, cuando lo ideal es que seamos terreno fértil a la Palabra que
nos salva. Es triste, pero es así.
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Cuentan que una vez preguntaron a Mahatma Gandhi, líder
político religioso de la India, qué opinaba del cristianismo. Él respondió: “Creo y admiro a Cristo. Su palabra, su
mensaje es hermoso, pero no creo en los cristianos”. Al preguntársele la
razón por la cual mostraba desconfianza en los cristianos, respondió: “Los cristianos son como piedras en medio de
un río. Están todo el tiempo cubiertas de agua, pero las sacas del lecho y las
rompes, y te das cuenta que por dentro están secas. Tienen un mensaje
hermosísimo, pero no lo viven”.
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Ciertamente, vivimos en una sociedad en la que los
valores se han invertido: lo que objetivamente es bueno, se considera malo; lo
que objetivamente es malo, es considerado como lo mejor. Hoy es malo ser una
persona piadosa y honesta; es bueno ser un mal hablado y un tracalero. Llama la
atención, por ejemplo, que las series de televisión sobre ladrones y sobre
narcotraficantes sean los que han obtenido un mayor índice de audiencia. De
igual manera, las canciones más escuchadas son las más vulgares y obscenas.
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Como creyentes en Cristo Jesús, debemos revertir eso. El
mal no es la razón que explica todo, la ausencia de Dios no pude ser el modo
ordinario de vivir.
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Hoy no debemos preguntarnos por el significado de la
parábola, que ya Jesús nos ha explicado. Debemos preguntarnos qué tipo de
terreno somos. En otras palabras, qué atención ponemos a la Palabra, cuanto la
hacemos parte de nuestra vida, y cuánto la ponemos en práctica, dando frutos de
vida: “unos, el ciento por uno;
otros, el sesenta; y otros, el treinta”.
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En otras palabras:
la fe es vivir lo que Jesús nos enseña, llevar a la vida su Palabra, o como
dice el Evangelio de hoy, dar frutos.
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En la lectura del
Evangelio de hoy, Jesús nos ilustra cuáles son las diversas actitudes que se
tienen ante la Palabra. Unos, ni se molestan en entender la Palabra, otros son
inconstantes, otros dejan que las cosas de este mundo ahoguen la Palabra.
Finalmente, hay otros que la escuchan y la llevan a la práctica. Solo queda
saber cómo es nuestra fe.
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¿Cómo es tu fe? Dios te bendiga.
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