El Reino: el tesoro, el comerciante y la red


            En el Evangelio de hoy Nuestro Señor nos está dando pistas sobre qué cosa es el Reino de los Cielos o el Reino de Dios. Es importante que prestemos atención a cada ejemplo que nos pone el Señor.

El tesoro escondido en un campo

El Reino de Dios tiene que ver con Nuestro Señor Jesucristo y con la voluntad de cada uno de aceptar y orientar la vida según sus mandatos. El primer ejemplo que nos pone el Señor hoy dice que el Reino se parece a un tesoro escondido en un campo que quien lo descubre lo vende todo para adquirirlo. La imagen es alguien que sin tener la intensión encuentra el tesoro. Es el hombre de bien, que busca el significado de su vida o algo que le dé una explicación a esa. El tesoro es Jesús. Lamentablemente el valor de Su Persona y su mensaje no es apreciado por todos. Sin embargo, cuando alguien descubre la riqueza invaluable de Nuestro Señor, se llena de alegría, se aparta del mal camino y hace todo lo posible por quedarse con el Tesoro.

El comerciante en perlas finas

Este segundo ejemplo que nos deja el Señor nos ilustra como el Reino de los Cielos se realiza en el hombre que encuentra, acepta y sigue a Jesús. El ejemplo se refiere a un comerciante de perlas finas que cuando encuentra una muy valiosa procura hacer lo posible por adquirirla. Es importante recalcar que el símil es el comerciante y su actitud. Nuestra pertenencia al Reino dependerá de nuestra actitud para aceptar y seguir a Cristo Jesús.

La red de los pescadores

Con este ejemplo el Señor nos da otra imagen de lo que ya nos adelantó la semana pasada: el dueño del campo dejó crecer el trigo y la cizaña para, en el momento de segar, separar uno de otra. La imagen que nos propone hoy el Señor es la de una red que atrapa todo tipo de peces. Cuando la red está llena, los pescadores en la playa sacan a los buenos y a los malos. En el seguimiento a Cristo hay quienes lo hacen con sinceridad de corazón y hay quienes lo hacen por hipocresía, por interés o por falsedad. Aún cuando todos tienen cabida en el Reino de los Cielos, la pertenencia dependerá de la perfección en el seguimiento.

El padre de familia

Para finalizar este pasaje el Señor dice lo siguiente: “Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”. El escriba era, en el tiempo del Señor, quien se dedicaba al estudio de las leyes de Israel. El Señor se refiere a un escriba instruido en las cosas del Reino de los Cielos: esto quiere decir de una persona que se preocupa de cómo agradar y seguir al Señor, no quedándose en la materialidad de la letra, sino en el espíritu que la anima. Una persona así sabrá encontrar la sabiduría siempre actual de la enseñanza de Nuestro Señor que nos da luces para todos los momentos de nuestras vidas. Así por ejemplo, el mandamiento del Señor: “no matarás” no solo significará no quitarle la vida a otra persona sino respetar íntegramente su vida: no herirla ni física ni moralmente, no insultarla, ni extorsionarla, ni darle mal ejemplo ni inducirla al pecado, etc. Es por eso que se parece a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas, porque el mensaje del Señor es siempre actual: queda solamente que procuremos instruirnos, es decir, conocer mejor el mensaje de Cristo para aplicarlo mejor en cada circunstancia de nuestra vida.

Que Dios te bendiga.

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