Estar con Jesús es la parte mejor
Las lecturas de hoy tienen una profundidad
particular. En la primera lectura leemos el pasaje conocido como la teofanía de
Mambré (donde tres personajes se encuentran con Abrahán; Gn 18,1-10). En la segunda
lectura, San Pablo da testimonio de su alegría por los trabajos que hace en
favor de la Buena Noticia: Jesucristo está entre nosotros, ésa es la riqueza de
la esperanza de la gloria (Col 1,24-28).
En el evangelio de nuestra Misa escuchamos
el pasaje de Marta y María (Lc 10, 38 – 42): tras el reclamo de Marta, Jesús le
hace saber que ella se preocupa por muchas cosas siendo necesaria una sola (no
dice cuál es), pero sí le dice que María, su hermana, ha escogido la parte
mejor.
Hoy se hace muchas reflexiones sobre la
búsqueda del equilibrio en la vida. Se critica a los padres que trabajan como
bestias “para que a sus hijos no les falte nada” y al final, a los hijos le
falta la presencia de los padres. Se critica a las personas que trabajan para
reunir dinero y pierden la salud, y al final, gastan dinero para conservar la
salud que perdieron. Y así, hoy se hacen muchas reflexiones siempre en el
ámbito material. Sin embargo, dejan de lado la parte espiritual del hombre.
Hoy mismo, en nuestra sociedad, se le da
poco o ningún valor a lo espiritual. Para paliar esa deficiencia se hace
recurso a otro tipo de prácticas que tratan de disimular el vacío en el alma:
yoga, aromaterapia, técnicas de relajación… Nada de eso puede suplir el trato
con el Señor.
En el pasaje del Evangelio, Marta se
desvive por los quehaceres de casa y por atender las visitas. María estaba a
los pies del Señor, escuchándole. Marta se queja de que María no le ayuda, y
entonces viene la lección del Maestro.
Marta estaba volcada a lo material, a desvivirse
porque “todo estuviera bien”, que nadie tuviese nada qué reprocharle a ella y
tal vez que nadie emitiera ningún tipo de crítica sobre su casa. Todo esto en
la presencia del Señor. Para Marta, lo más importante no era Jesús. Lo tenía
allí, pero no le escuchaba. El Maestro hablaba, pero ella no aprendía. Estaba
el Señor de Señores en casa, pero ella no estaba con el Dios hecho hombre.
María, sí.
Hay cosas en nuestra vida que debemos
hacer porque sí. Pero no debemos aficionarnos a ella en modo tal que nos olvidemos
de Cristo Jesús. Estar con Jesús, como María, es la parte mejor. Hoy, la
oración y la participación en los sacramentos no está muy valorada porque,
según el parecer de los “intelectuales” y los opinadores de oficio, hay cosas
más importantes qué hacer. Y eso ha dejado sin valores y son moral a la
sociedad. Y las consecuencias son evidentes.
Hoy escuchamos un llamado de Jesús para
que dediquemos tiempo para Él (que termina siendo tiempo para nosotros) que, en
definitiva, es lo más importante. Sin Jesús nuestra vida es vacía y eso se
resiente: o se intenta acallar el vacío con la fuga a lo material (fiestas,
dinero, fama…) o con alternativas que tratan de encubrirlo.
El error de Marta no fue dedicarse a quehaceres.
El error de Marta fue olvidarse del Señor. No hagamos lo mismo.
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