El Testimonio
El Evangelio de
hoy nos propone la figura de Juan El Bautista, pero no como la presentan los
demás Evangelistas (el que anuncia la próxima presencia del Señor) sino como lo
presenta de manera particular: “Este vino como testigo, para dar testimonio de
la luz”.
Desde hace unos
domingos hemos estado reflexionando sobre la invitación que nos ha hecho la
Iglesia: a mantenernos alerta ante la venida del Señor, a mantenernos
irreprochables hasta su venida, a considerar la santidad y la entrega que hemos
de vivir esperando la venida del Señor. Este llamado que nos hace la Iglesia no
es para vivir como puritanos, o como eran llamados en la época del Señor,
“fariseos”, de tal manera que vivamos separados de los demás. No. El cristiano
sabe que vive en medio del mundo, pero que no por eso debe dejarse llevar por
todas las corrientes del mundo.
Hay cosas en el
mundo que no tienen nada de malo, otras sí. San Pablo, como lo escuchamos hoy
en la segunda lectura, nos invita a no rechazar todo, al contrario: “sométanlo
todo a prueba y quédense con lo bueno. Absténganse de toda clase de mal”. Todo
lo que se pueda aprovechar y vivir del mundo, pero que no nos aleje de nuestro
amor exclusivo a Cristo Jesús, podemos hacerlo parte de nuestra vida. Sin
problema. En cambio, todo lo que nos aleje de Jesús, todo lo que sea malo,
debemos desecharlo de nuestra vida. Y esto es un mandato de Cristo Jesús.
El testimonio de vida cristiana,
el testimonio de nuestra fe es un deber primordial hoy. Hay que erradicar de la
boca de la gente que “ser católico” no es sinónimo de “ser sinvergüenza”. El
cristiano católico debe vivir con coherencia su fe, sin llegar a los extremos
de parecer extraños a los demás. Saber que el Señor nos ha salvado y nos ha
elegido, y por eso podemos decir como el profeta en la primera lectura: “El
espíritu del Señor está sobre mí, porque
me ha ungido
y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a
curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, la
libertad a los prisioneros y a pregonar el año de gracia del Señor”.
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