Solo dos frases
“Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”
Deja entrever el Evangelio de hoy que estas palabras tienen su origen en Dios Padre. No puede ser más sencillo y directo. Es Jesús, Hijo Único de Dios, en quien Dios Padre se complace. Como dice San Pablo, en Él reside la plenitud de la Divinidad (Col. 2, 9) y por eso no tenemos mejor manera de conocer la Voluntad de Dios que por Jesús.
Dios Padre nos deja solo un mensaje: Escúchenlo. Queda de nuestra parte saber regalar nuestra inteligencia y nuestra voluntad a Jesús. Para escucharlo, acudamos a la Sagrada Escritura, en especial a los Evangelios, a la oración, a los sacramentos y a la ayuda al necesitado. Dios nos habla siempre: está de nosotros escucharlo.
“Levántense y no teman”
Cuando se escucha el mensaje de Jesús solo hay dos opciones: Aceptarlo y cambiar o rechazarlo.
Aceptar el mensaje de salvación implica una lucha contra los hábitos que hemos adquirido, contra el mundo que es adverso y contra las tentaciones del demonio. Siempre es posible que cedamos ante el mal por debilidad. Algunas veces puede ocurrir que nos sintamos mal por haber ofendido al Señor. Y es aquí cuando debemos escuchar estas palabras de Jesús: “Levántense y no teman”
Mientras el Señor nos conceda vida nos concede también la oportunidad de reconciliarnos con Él. No importa lo que hayamos hecho, Jesús está siempre dispuesto a perdonarnos.
Este tiempo de cuaresma es un tiempo donde la Iglesia nos invita a reflexionar sobre este particular: si es malo pecar, Jesús es todo bondad y se muestra siempre dispuesto a la reconciliación. Siempre nos dirá: Levántate y no temas.
Aprovecha este tiempo para vivir la reconciliación con Jesús, con Dios. No importa lo que hayas hecho, Jesús te espera.
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