La habilidad del Demonio

Cuando Dios nos creó, inscribió en nuestra alma una inclinación hacia la verdad y el bien. Nosotros, los seres humanos, no hacemos nada si no lo percibimos como verdadero o bueno.

En el fondo, la tentación es una acción del demonio de presentarnos lo malo como bueno, y lo falso como verdadero. Y el demonio es un especialista en eso. Se aprovecha de una debilidad que tenemos todos: una cierta inclinación hacia el mal ayudado con la posibilidad de error.

En la primera lectura, el demonio comienza con una afirmación engañosa: “¿Conque Dios les ha prohibido comer de todos los árboles del jardín?”. Ése fue el comienzo de todo un discurso erróneo que llevó a Eva a transgredir la única prohibición que le hizo nuestro Señor.

Cuando Jesús, después de estar cuarenta días en el desierto, sintió hambre, el demonio lo tienta. Tal vez podamos pensar: ¿qué tiene de malo que si Dios tiene hambre, convierta unas piedras en pan para comer? Visto de esa manera, nada. Pero si nos preguntamos: ¿Está bien que Jesús haya cedido ante una pretensión del demonio? ¿Está bien que Jesús se hubiera saltado la voluntad de Dios solo “para cerrarle la boca al diablo”? ¿Está bien que Jesús cediera ante el demonio por satisfacer su hambre, o mostrar su gloria o tener el dominio de todos los reinos de la tierra?

El demonio actúa de forma similar con los hombres. Nunca nos presentará algo malo como malo: siempre nos hará ver que hay algo bueno, porque de lo contrario no cederíamos a la tentación. Si hacemos un repaso de nuestra vida, nos podremos percatar que el demonio actúa así.

He aquí la importancia de conocer mejor la Voluntad de Dios, de conocer mejor a Jesús y de fortalecer nuestra voluntad. Y para eso, la Iglesia nos ofrece un tiempo particular como la cuaresma: para que vivamos desprendidos de las cosas materiales por medio de la limosna, para que nos acerquemos más a Cristo y su Voluntad con la oración, y fortalezcamos nuestra voluntad con la penitencia.

Aprovechemos este tiempo para ponerlas en práctica y tener la suficiente fortaleza en nuestra alma para saber resistir a las tentaciones del demonio a lo largo de nuestra vida.

Comentarios

  1. Antonio, que bueno saber las habilidades del demonio para estar prevenidos. Un abrazo en Cristo Jesús. Tu hermano en el ministerio.
    Orlando

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46)

¿Qué nos enseña el pasaje de la resurrección de Lázaro?

La segunda venida del Señor y el fin del mundo