Rectificar nuestra manera de pensar
Hoy escuchamos en la Santa Misa tal vez la parábola del Señor más conocida: la parábola del hijo pródigo, o como se ha llamado también desde el 2015 en adelante: la parábola del padre amoroso o el padre misericordioso. Es tan hermosa y profunda esta parábola que pueden hacer múltiples reflexiones sobre ellas, todas válidas y todas provechosas. No obstante, quisiera compartir tres pequeñas ideas que nos pueden ayudar a purificar nuestra fe y a vivirla mejor. En primer término, el Señor relata esta parábola ante los fariseos y escribas que le criticaban que los pecadores se acercaban a Él. Hoy muchos católicos piensan de manera similar: creen que solo pueden acercarse al Maestro los puros e impecables. De esta manera cierran las puertas a la acción misericordiosa de Dios con los hombres. Como ha dicho el Señor en otra ocasión: “ No tienen necesidad de médicos los sanos, sino los enfermos ” (Mc 2, 17). Quienes de verdad necesitan acercarse más al Señor son los que están alejados. En e