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Mostrando entradas de julio, 2021

Renovar nuestra mente (Ef 4, 23)

               La carta a los Efesios resulta una especie de catecismo básico para los cristianos del s. I. San Pablo recuerda a todos los creyentes las cosas más fundamentales: la acción omnipotente de Jesucristo que nos ha reportado la salvación, salvación que es para todos, judíos o no, y que nos ha hecho un solo pueblo construyendo un vínculo de unidad: una solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre.              San Pablo recuerda también la actitud fundamental del creyente en Cristo Jesús: si aceptamos a Cristo, si hemos hecho de Él nuestro Señor, entonces no podemos vivir como personas paganas. Si aceptamos a Cristo renunciamos al pecado; si aceptamos a Cristo, nos apartamos del mal vivir. Con el bautismo hemos hecho una ruptura con el hombre viejo (el viejo yo) y aceptamos vivir como el hombre nuevo en Cristo (el nuevo yo).              ¿Cómo hacer esa transformación? ¿Cómo poner en práctica esa conversión a la que nos invita Cristo Jesús? La respuesta:

El particular testimonio del apóstol Santiago

Hoy, en toda España y en algunas Diócesis como la de Caracas, celebran la solemnidad del Apóstol Santiago. El único apóstol de Cristo del que se narra su martirio, el primero de los apóstoles en alcanzar la victoria definitiva. En la primera lectura escuchamos una de las máximas que debe guiar la vida de todos los creyentes: es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres (Hech 4, 19). Es una invitación a no ceder ante los miedos y las opiniones mordaces y negativas de los hombres, sino más bien dar testimonio de Cristo Jesús. Los malos creyeron que matando a uno de los apóstoles acabarían con la Iglesia naciente. No cayeron en la cuenta de que Dios ve mucho más lejos, y que de lo que aparentemente era un mal, hizo que durante siglos se mantuviera viva la fe en muchos lugares de Europa. Como creyentes, debemos tener la certeza de que Dios sabrá sacar más provecho de las pequeñas o grandes acciones que hagamos. “ Este tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se

Les pondré pastores

  Las lecturas de este domingo ponen de relieve la figura del pastor. Y sobre eso haremos una pequeña reflexión. Ha sido voluntad de Dios servirse de mediaciones humanas para realizar su plan de salvación. Ya en el Antiguo Testamento observamos que el Señor elige a personas concretas para ir construyendo la historia de Israel y la historia de su Providencia Salvadora. Escogió a Abraham, a Isaac, a Jacob, a Moisés, a los jueces y a los profetas. Esa es la voluntad de Dios. Una religiosidad que se fundamente en una relación directa con Dios o de una religión sin pastores es una utopía. En la práctica, este tipo de manifestaciones tienen como objetivo la creación de una religión a propia medida. Naturalmente, la voluntad del Señor es escoger personas para destinarlas a su servicio en favor de los hombres. En las páginas del Evangelio leemos que el Señor Jesús escogió, de entre sus discípulos, a doce para que fueran sus apóstoles. La elección del Señor no implica necesariamente que l

Para ser profeta es necesario confiar en el Señor

 En las lecturas de este domingo llama la atención que, para los que han sido llamados a anunciar a Jesucristo (todos nosotros), el único requisito es la confianza en el Señor. El profeta, quien lleva un mensaje de parte de Dios, debe confiar en el poder de quien lo envía. En el Antiguo Testamento no había profetas que tuvieran una preparación especial (salvo Ezequiel y Daniel). En la primera lectura de hoy (Amós 7, 12-15), escuchamos a Amós decir que su oficio era el de pastor y cultivador de higos (un campesino, pues). Entre los Apóstoles escogidos por el Señor no destacaba ninguno por sus particulares habilidades. La mayoría eran pescadores, uno era cobrador de impuestos, otro era un guerrillero. Santiago y Juan eran llamados “hijos del trueno” por el carácter belicoso que tenían. Como verás, ninguno de ellos tenía dotes para destacar como prodigio.  Todos los profetas del Antiguo Testamento tienen un denominador común: no obstante los titubeos iniciales, todos ellos confiaron en Di

Contra la terquedad y la obstinación, firmeza en la voluntad

  Las lecturas de nuestra Misa de hoy nos invitan a reflexionar sobre una actitud que podemos encontrar en las personas que nos rodean y que no creen en Cristo Jesús. Las personas que no son creyentes y que además no quieren creer, expresan su rechazo manteniendo una actitud obstinada y terca reafirmando su resistencia a creer en el mensaje de Cristo Jesús. En la primera lectura (Ez 2, 2-5), Yahweh hace saber al profeta Ezequiel que entiende perfectamente que el pueblo es terco y obstinado. El pueblo de Israel había decidido apartarse de los mandamientos de Dios. Ante los reiterados llamados que hacía el Señor por medio de los profetas, el pueblo manifestaba su negativa sea de palabra que de obra. A pesar de todo ello: “ A ellos te envío para que les comuniques mis palabras ” (Ex 2, 4). La terquedad y obstinación pueden adquirir diversos matices. El más evidente es expresar, mantener y reafirmarse en la negativa de creer en Cristo Jesús. El terco se negará a atender hechos y argume