¿Qué podemos aprender de la entrada de Jesús a Jerusalén?
En los diferentes relatos de los Evangelios encontramos como un elemento común el que la gente que se encontraba en Jerusalén por la fiesta de la Pascua aclamó a Jesucristo como rey. Ese gesto puede tener diversos orígenes: Mucha gente vio los milagros que Jesús realizaba. Seguramente estuvieron presentes cuando el Señor realizó la multiplicación de los panes y los peces. Sin duda habrán presenciado, en más de una ocasión, alguna sanación. Casi todos conocieron la resurrección de Lázaro. Esa gente tendría múltiples motivos para manifestar su deseo de que Jesucristo fuese su rey. Jesucristo quiere ser rey, pero no como quieren esas gentes. Como escuchamos también en los evangelios, su reinado no es de este mundo (Jn 18, 36). Desde el inicio de la cristiandad, los fieles han tenido claro que el reinado de Jesús no tenía que ver con las realidades de este mundo, sino que se trata de su acción en el corazón de cada creyente. Se usaba también, en lugar de reinado , el término señor