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Mostrando entradas de marzo, 2021

¿Qué podemos aprender de la entrada de Jesús a Jerusalén?

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  En los diferentes relatos de los Evangelios encontramos como un elemento común el que la gente que se encontraba en Jerusalén por la fiesta de la Pascua aclamó a Jesucristo como rey. Ese gesto puede tener diversos orígenes: Mucha gente vio los milagros que Jesús realizaba. Seguramente estuvieron presentes cuando el Señor realizó la multiplicación de los panes y los peces. Sin duda habrán presenciado, en más de una ocasión, alguna sanación. Casi todos conocieron la resurrección de Lázaro. Esa gente tendría múltiples motivos para manifestar su deseo de que Jesucristo fuese su rey.  Jesucristo quiere ser rey, pero no como quieren esas gentes. Como escuchamos también en los evangelios, su reinado no es de este mundo (Jn 18, 36). Desde el inicio de la cristiandad, los fieles han tenido claro que el reinado de Jesús no tenía que ver con las realidades de este mundo, sino que se trata de su acción en el corazón de cada creyente. Se usaba también, en lugar de reinado , el término señor

El temor a cambiar

Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto (Jn 12, 24). El Señor usa una imagen particular: un grano de trigo. El grano de trigo es la base de la alimentación de una buena parte del mundo. Es la base de la harina con la que se hace el pan, las pastas y muchas otras cosas. Sin embargo, si todos los granos del mundo se usaran para harina, sucede que después no habría más trigo. Si se quiere el trigo se multiplique es necesario que muera: se hunde bajo tierra, allí la humedad comenzará a alterar la estructura del grano que hará que se convierta en un tallo que portará una espiga con un buen número de granos. La inmensa mayoría de los seres humanos se conforma con quedarse como está: no cambia. Prefieren vivir en la comodidad aparente de una vida sin exigencias, vegetando, sin “meterse en problemas”, esperando a que otros le hagan las cosas fáciles. Se rigen por la ley del minúsculo esfuerzo. Son un pésim

José, hombre de fe

 La fe, dice la carta a los Hebreos, es “ la garantía de las cosas que se esperan, la prueba de aquellas cosas que no se ven ” (Heb 11, 1). En el diálogo de la vida entre Dios y cada uno va naciendo en el corazón la certeza de que Dios es el bien más grande, que me ama porque lo ha demostrado en múltiples cosas de mi vida y que adherirse a Él da un significado completo a la vida. De ese modo, yo me fío de Dios, pero no lo hago ciegamente: he constatado su acción en mi vida. Por eso, el hombre de fe confía en Dios: Abrahán, Moisés, los profetas… y también José. En los evangelios podemos leer una serie de avatares que pasó José. Y en ninguna de esas ocasiones veremos a José despotricando contra Dios o renunciando a lo que pide. Simplemente se ve a José poniendo en práctica lo que se conoce como “la obediencia de la fe”: confiar plenamente en Dios. El hombre de fe sabe que todo lo que ocurre en la vida nuestra —bueno o malo— entra en un plan de la Divina Providencia por el que todo va a r

Solo en Jesús está la salvación

 « Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna » El Señor Jesús menciona un hecho de la vida de Israel que se narra en el libro de los Números (21, 4-9). El Pueblo de Israel comenzó a hablar mal de Yahweh y renegar del plan de salvación. Entonces, Yahweh los castigó mandándoles serpientes venenosas. Entonces, asustados, le pidieron a Moisés que intercediera ante Dios para que los librara de ese castigo. Dios mandó a Moisés hacer una serpiente de bronce y ponerla en un estandarte para quienes la miraran se salvaran de las mordidas de las serpientes. Así como la serpiente de bronce fue una señal de salvación, de igual manera Jesucristo lo es hoy. No hay salvación fuera de Jesús. Creer en Jesús no es solo aceptar intelectualmente su existencia: es acept

La purificación del Templo de Jerusalén

 El pasaje del Evangelio (Jn 2,13-25) que escuchamos hoy está lleno de enseñanzas a las que deberíamos prestar atención. 1) ¿Por qué existían estos negocios en el Templo de Jerusalén? En el atrio exterior del templo, donde podían entrar los que no eran judíos, había comerciantes que vendían animales para los sacrificios y cambiaban monedas extranjeras (consideradas impuras) por monedas de Tiro, que eran las únicas que se aceptaban como ofrendas o en pago del impuesto del templo (Mt 17,24). Este negocio, legítimo en sí mismo, se prestaba a graves abusos. En las principales fechas judías asistía mucha gente de cualquier parte del mundo al Templo. Muchos de ellos no llevaban los animales para la ofrenda, sino que los compraban en Jerusalén. Aparte de eso, para los sacerdotes del Templo era una fuente de ingresos “extra”. 2) ¿Por qué Jesucristo los sacó del Templo? El hecho de que esa práctica fuese permitida por los sacerdotes del Templo no quiere decir que estaba bien. De hecho, esa acti