La libertad del corazón
Una de las cosas que el mundo de hoy no logra entender es el hecho de que agobiarse por tantas cosas hace que el corazón viva atado. Una persona así no resulta que sea libre para amar. Ni a Dios ni a los hombres. En muchísimas ocasiones habremos escuchado (quizás, hayan vivido) que personas llegan a tener el corazón lleno de ira, de rencor, de tristeza que pierden la cordura. Maltratan a sus familias, pierden fuerzas y salud en sus afanes. Al final, con el paso del tiempo, esas personas se dan cuenta que perdieron muchas experiencias porque estaban enceguecidos. Las lecturas de la Santa Misa de este domingo nos invitan a considerar este aspecto de nuestra vida cristiana. Los discípulos de Cristo Jesús hemos de ser conscientes del esfuerzo que tenemos que hacer para tener un corazón libre. Un corazón lleno de resentimientos y de preocupaciones no es libre para amar a Dios y a los demás. En la primera lectura (1 Sam 26, 2-23) David, que se encontraba huyendo del Rey Saúl, orde