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Mostrando entradas de julio, 2018

Diferentes lógicas...

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En muchísimas ocasiones habremos tenido la oportunidad de leer este pasaje del Evangelio. Es el único que se encuentra en los cuatro Evangelios. Está lleno de detalles, los que deberíamos prestar atención. Jesús pregunta a uno de sus Apóstoles cómo darle de comer a todo ese gentío. El Señor les pone un problema, pero no para reclamarles o exigirles. Lo hace simplemente para enseñarles, y como buena táctica del Maestro, quiere saber qué tienen en la mente y en el corazón. La respuesta ante el problema la expresan dos de los Apóstoles. √ El primero, Felipe, pone objeciones desde el punto de vista económico. Mentalmente, cuenta velozmente los presentes y estima una cantidad de dinero. Probablemente, hace un cálculo del dinero que había en los fondos de los Apóstoles, y afirma categóricamente que con el sueldo de 200 días de trabajo no sería suficiente para darle un pedazo de pan por persona. Su conclusión: proyecto inviable por falta de fondos económicos. √ El segundo, An

El Pastor y los pastores

En el Antiguo Testamento la figura del pastor tenía un significado amplio. Pastores de Israel eran todos los que tenían la responsabilidad de cuidar del Pueblo: el rey, los sacerdotes, los levitas, los ancianos y los diferentes consejos que a lo largo de la historia de Israel y Judá se conformaron para la atención de los israelitas. Después del exilio, eran considerados “pastores” de Israel quienes le enseñaban: los rabinos (maestros). En la historia bíblica hubo altibajos. En algunas ocasiones los reyes y sacerdotes se portaron con celo ejemplar. En otras ocasiones, los reyes y sacerdotes olvidaron su misión y desviaron su corazón a intereses non sanctos. Y no solo se portaron mal, sino que llevaron al pueblo a alejarse de Dios. Los profetas anunciaron en múltiples ocasiones que los pastores se habían olvidado de la grey. Criticaban que en vez de apacentar a las “ovejas” se apacentaban “a sí mismos”, es decir, que buscaban su propio beneficio. En ese contexto, los profetas an

ÚNICO REQUISITO PARA SER PROFETA: CONFIAR EN JESÚS

Ya reflexionábamos la semana pasada que los que habían sido constituidos profetas, en algunas ocasiones ponían objeciones para el cumplimiento de su misión. Tal vez, una de las objeciones que los que han sido instituidos profetas hoy (nosotros, para más señas) es que no tenemos la preparación suficiente. En la mente del profeta (repito, en cada uno de nosotros) está el que, seguramente, los demás tendrán más y mejores argumentos para contradecir la Palabra de Dios y que por lo tanto quedará en ridículo y será instrumento ineficaz e indigno de Dios. Ante este argumento, habría que aclarar: 1) No es cierto que los demás tengan mejores argumentos contra la Palabra. Eso indica falta de fe. En la Palabra, Dios ha hablado y ése es nuestro mejor argumento. 2) La eficacia del profeta no está en sus habilidades personales, sino en la confianza que tenga en Jesús. Si se confía en las propias habilidades, entonces, no hablas en nombre de Jesús sino en nombre propio. Si confías en Jesús,

La dura misión del profeta

Todos, por razón de nuestro bautismo, somos configurados a Cristo Sacerdote, Profeta y Rey. Todos somos profetas: estamos llamados a llevar el mensaje de parte del Señor. Es lo que el Papa Francisco nos enseña en la Evangelii Gaudium : “En virtud del bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf Mt 28, 19). Cada uno de los bautizados, cualquiera sea su función dentro de la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador” (n. 120) Hoy las lecturas de la Misa nos invitan a considerar nuestra vocación de profeta y las dificultades que vamos a encontrar en el ejercicio de nuestra misión. La principal de todas es la desatención de quienes nos escuchan. Es una posibilidad más que cierta que quienes nos rodean, incluso nuestra propia familia, van a desacreditarnos o no van a querer escucharnos. De hecho, así se lo hace saber el Señor a Ezequiel: “ También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para q