Tercer Domingo de Pascua: El camino pascual
En los
domingos anteriores como en los próximos domingos encontraremos tres mensajes
constantes: uno, la experiencia de Cristo Jesús resucitado, dos, el mandato de
llevar a los otros el mensaje y tres, el permanecer unidos a Jesús el Buen
Pastor y la vid verdadera.
Ya desde
el domingo pasado escuchamos en los relatos del Evangelio de la Misa las
diversas experiencias con Cristo Resucitado: las mujeres que acudieron al
sepulcro y se encontraron con el ángel, los apóstoles que recibieron la visita
de Jesús resucitado y el encuentro particular con Tomás. Hoy escuchamos la
alegría de dos discípulos que lo encontraron camino de Emaús y cómo lo
reconocieron al partir el pan. Ellos fueron al encuentro de los apóstoles que
recibieron nuevamente la visita de Cristo Jesús resucitado. Era tal la
conmoción que para que se convencieran de que verdaderamente Él pidió un
pescado y lo comió delante de ellos.
Después
de este último episodio, el Señor no se va con rodeos: reconfirma la fe de sus
Apóstoles y discípulos (“Esto
es lo que os decía mientras estaba con vosotros”) y sin
mucho preámbulo les hace saber que esa buena noticia, esa experiencia cercana
de Dios no es para que se la queden ellos sino que deben llevarla por todo el
mundo: “Así estaba escrito:
el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su
nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los
pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto”
Evidentemente
el carisma apostólico lo recibieron sólo ellos. Sin embargo, el mandato de
Cristo es claro y lo escucharemos en los próximos días: somos testigos de Jesús
y debemos llevar su persona y su mensaje a los demás.
Ciertamente,
este mandato no es para todos por igual. Hay quienes el Señor pide una entrega
mayor como a los sacerdotes y religiosos. Los laicos deben hacerlo en medio del
mundo: con su familia, con sus amigos, con sus compañeros de trabajo. Es
fundamental el testimonio de vida: la fortaleza de las palabras debe ir
acompañada de la contundencia del testimonio: “En
esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice:
«Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no
está en él.”
Este es el camino de nuestra pascua:
experimentar, anunciar y vivir unidos a Cristo Jesús resucitado. Que Dios te
bendiga.
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