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Mostrando entradas de abril, 2017

La inmensa riqueza de la Palabra

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En el Evangelio de hoy escuchamos como Cleofás y con otro discípulo, después de reconocer a Jesús, dijeron: ¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras! De igual manera, San Pedro en el discurso que escuchamos en la primera lectura, cita la Sagrada Escritura. Es un elemento necesario en nuestra vida como creyentes. No debemos olvidar que la Biblia, la Sagrada Escritura o la Palabra de Dios escrita es una fuente inagotable de riqueza. En la intensión de Dios de revelarse, inicialmente la Palabra de Dios se transmitía de manera oral. Es muy común leer en el Antiguo Testamento la frase “ como el Señor dijo a nuestros padres ”. Con el paso del tiempo, Dios escogió e inspiró a algunos hombres para que pusieran parte de ese mensaje por escrito. Es así como nace la Sagrada Escritura. En ella no solo se narra el designio y la historia de la salvación, sino que también encontramos enseñanzas y palabras que nos ayudan en nuestra vid

Domingo de la Divina Misericordia

Porque ustedes tienen fe en Dios, él los protege con su poder, para que alcancen la salvación que les tiene preparada y que él revelará al final de los tiempos. Por esta razón, alégrense, aun cuando ahora tengan que sufrir un poco por adversidades de todas clases, a fin de que su fe, sometida a la prueba, sea hallada digna de alabanza, gloria y honor, el día de la manifestación de Cristo. Porque la fe de ustedes es más preciosa que el oro, y el oro se acrisola por el fuego. (1Pe 1, 5-7) La salvación consiste en vernos libres de todo mal. Sin duda alguna, el mal más grande es el pecado que rompe la amistad con el Señor. Vernos libres del pecado es la obra de amor más grande que el Señor ha hecho con nosotros. Cristo nos libera del pecado con el perdón: la fuerza redentora de su muerte y resurrección alcanzó la satisfacción. Es por ello que, una vez resucitado, Jesús concede a sus apóstoles el poder de perdonar los pecados en su nombre: “ Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdo

No siempre la voz del pueblo es la voz de Dios

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Este es el único día del año en que se pueden leer dos lecturas del Evangelio. El primero, nos relata la entrada de Jesús a Jerusalén. El segundo, las últimas horas de Jesús sobre la tierra: desde la última Cena con sus apóstoles hasta su crucifixión y muerte en cruz. Los dos pasajes del Evangelio que escuchamos hoy en nuestra Santa Misa nos muestran cuán volubles pueden ser nuestras emociones. En el primer Evangelio escuchamos cómo el pueblo de Israel que se encontraba en Jerusalén para las fiestas de Pascua, alabó la entrada de Jesús en la ciudad Santa: “ ¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo! ”. Ese mismo pueblo, unos días después, reunidos en el Enlosado, con Pilatos al frente, pidió la libertad de Barrabás. «Pilato les dijo: “ ¿Y qué voy a hacer con Jesús, que se dice el Mesías? ” Respondieron todos: “ Crucifícalo ”. Pilato preguntó: “ Pero, ¿qué mal ha hecho?” Mas ellos seguían gritando cada vez con más fuerza: “¡Cr

¿Qué nos enseña el pasaje de la resurrección de Lázaro?

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1) Lo que esperamos obtener de Dios no siempre es lo mejor para nuestra vida. Más de una vez nos habremos dirigido al Señor pidiéndole algo seguramente importante. Y más de una vez el Señor no nos concedió lo que le pedimos. Sin embargo, no nos debe quedar la menor duda de que lo que ocurrió redundará siempre en nuestro bien, aunque en el momento no lo entendamos o no lo veamos con claridad. Marta y María le mandan a avisar a Jesús que Lázaro está muy mal. Jesús no responde inmediatamente. Finalmente, Lázaro fallece. Cuando Jesús se hace presente, Marta le dice: “ Si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano ”. Marta esperaba que el Señor sanase a su hermano, pero no imaginó nunca que fue lo mejor que pudo pasar, porque con ello dio una muestra fuerte de su poder y su hermano volvió a la vida. 2) La verdadera vida está en Jesucristo. Hoy el término “vida” está relacionado más con el desorden y el placer. Y eso no es vida. La verdadera vida es la comunión de vid