El primer paso para preparar el camino del Señor
En más de una ocasión, cuando vemos algún problema, nos tomamos unos
momentos para organizar en nuestra cabeza cómo vamos a solucionarlo, cuáles
serán los pasos que iremos dando para lograr nuestro objetivo. En el caso de
hoy, el objetivo ha sido propuesto ya desde hace miles de años, y es un
objetivo perenne: Preparen el camino del
Señor, hagan rectos sus senderos.
La pregunta clave ahora
es ¿cómo iniciamos? ¿Cómo comenzamos a preparar el camino del Señor?. Y aquí
cada quién podrá tener su opinión. No obstante, hay algunas cosas que habrá de
tener presente, una en especial: El objetivo es preparar el camino del Señor.
Ahora bien, el punto de partida debe ser especificar cuál “señor”.
A lo largo de nuestra
vida, los intereses y necesidades hacen que perdamos de vista al único Señor.
Resulta llamativo el hecho de que, por ejemplo, haya alguna persona que puede
hacer el gran sacrificio económico y de tiempo por ir a ver un juego de béisbol
en el estadio y no haga el mínimo esfuerzo por estar un rato con Jesús. Asombra
el hecho de que personas (que pueden afirmar que aman a Dios sobre todas las
cosas) están dispuestas a hacer colas durante horas, de pie, para comprar un
par de cosas, y, sin embargo, no están dispuestas a dedicar una hora al Señor a
la semana, el domingo para ser preciso.
Otro ejemplo, más
cercano y concreto: Se aproximan las fiestas de Navidad. Lo primero que asalta
a miles de cristianos católicos en Venezuela es cómo se van a organizar para
poner los adornos, el arbolito, los manteles, etc. Poquísimos de ellos se
preguntarán: ¿Cómo hago para adornar mi corazón para Jesús, mi Señor? Y ésta
es, en realidad, la pregunta más importante.
¿Quién es tu “señor”?
La fiesta, la apariencia, el dinero, los bienes materiales, la política, el
sexo, la fama, el poder, la mentira… ¿Jesús?
Hoy es la oportunidad
de oro que nos brinda Jesús para que escuchemos el llamado de Juan el Bautista:
Preparen el camino del Señor, hagan
rectos sus senderos. Todo valle será rellenado, toda montaña y colina,
rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y
todos los hombres verán la salvación de Dios.
Hacer toda una serie de preparativos en casa para la Navidad y no preparar
el corazón y nuestra mente para Cristo Jesús es como vestirse con una tremenda
“pinta” sin habernos bañado antes, ponernos un tremendo traje pero con el
cabello, las axilas y los pies hediondos.
Hagamos lo correcto: Preparemos nuestra mente y nuestro corazón para el
Señor, nuestro Señor Jesucristo. A Él la gloria, el honor y el poder, por los
siglos de los siglos. Amén.
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