PORQUE DIOS ES AMOR (1JN 4, 8)



Amar no es un sentimiento: es una decisión reflexionada. Cada quien juzga si una persona es merecedora de su propio afecto y decide buscar el mayor bien posible para ella. Eso es amar. Los sentimientos ayudan y facilitan la decisión, pero, no es eso: los sentimientos son pasajeros. El que desaparezca un sentimiento no quiere decir que desaparezca el amor.
Amar es procurar el mayor bien para otra persona. Hoy el Evangelio de la Misa nos deja el mandamiento de Jesús: “Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado”. Y es claro el sentido: procura el mayor bien posible a los demás, de la misma manera que Jesús lo hizo con los hombres.
Hagamos un repaso veloz: Jesús dio de comer a una multitud, perdonó, enseñó, orientó, dio ejemplo, y finalmente, dio su propia vida por la salvación de todos. Así debemos amar a los demás.
Amar no es solamente dar cosas: es procurar el bien. Una cosa material perecerá al tiempo, pero virtudes, valores, la orientación de los papás a los hijos, un consejo, una corrección y hasta un castigo pueden ser una muestra de amor mayor que un billete, un cheque. Eso nos puede durar toda la vida. Así como el mensaje y la acción de Jesús que perduran con el tiempo.

¡Dios nos ama!
Escuchamos en el Evangelio de hoy: Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. El donar la vida por otro es la muestra máxima de amor. Y precisamente, esa es la prueba de que Dios nos ama: El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados. ¡Esa es la muestra máxima! Y el amor de Dios se sigue mostrando día a día. Sólo es necesario que prestemos atención a las muestras de amor de Jesús.

Jesús nos manda a dar fruto
“Dar fruto” se refiere a las buenas obras. Jesús nos ha mandado al mundo, al ambiente de trabajo, a la vida social, al mundo del deporte. Allí debemos cumplir sus mandamientos (Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor) y des nuestro testimonio de que creemos en Jesús y que Él es nuestro Señor y Salvador con nuestras buenas acciones. No olvides este mandato de Jesús: No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca.

¡Jesús te bendiga hoy siempre!

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