Yo soy el camino, la verdad y la vida

Jesús es el Camino. Un camino es la vía que hay que recorrer para llegar a un destino o una serie de acciones que hay que realizar para alcanzar un objetivo. La Sagrada Escritura nos enseña que todo ha salido del Padre y todo volverá a Él.
Solo hay una excepción: nosotros los seres humanos. Nuestro retorno al Padre no puede ser, de ninguna manera, hecho por obligación; si queremos volver al Padre hemos de hacerlo libremente. El camino de retorno al Padre es Jesús. ¿Qué quiere decir esto? La única manera de volver a la casa del Padre es haciendo a Jesucristo centro de nuestra vida, de sus mandatos el norte de nuestro actuar. Fuera de Jesucristo no hay salvación.

Jesús es la Verdad. La verdad es la adecuación de nuestro conocimiento con la verdad. Si una pared está pintada de verde y mi mente reconoce que la pared está pintada de verde, entonces estoy en la verdad. Tampoco se está en la verdad cuando se acepta como verdadero algo que no es, por ejemplo una mentira. En Jesús no hay doblez ni mentira. Sus palabras perduran en el tiempo porque son verdaderas. Cuando Él nos dice que es el Salvador, no nos miente. Cuando nos dice que quien cumple sus palabras alcanzará la vida eterna, no nos engaña. Cuando nos dice que con Él lo podemos todo, no nos miente.

Jesús es la Vida. En la creación, los seres vivos son los más perfectos. La vida en los seres humanos está orientada a la felicidad. La única manera en que una persona puede alcanzar la felicidad plena es obsequiando la inteligencia y la voluntad a Cristo Jesús. Si no ponemos nuestra vida en manos de Cristo Jesús, nuestra vida se traducirá en una búsqueda indefinida de felicidades pasajeras, en vaivenes detrás de cualquier moda religiosa o en la esclavitud de nuestras pasiones. Detrás de todo eso está una sensación de vacío, porque como dice San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti”.

Que Jesús, el Camino, la Verdad y la Vida, nos bendiga hoy y siempre.

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