La imprescindible espiritualidad
En la lectura del Evangelio de nuestra Santa Misa dominical (Jn 15, 1-8) escuchamos una imagen que el Maestro se atribuye a sí mismo: Jesús es la vid verdadera. La vida de los ramajes dependerá exclusivamente de su unión y vinculación con la vid: “ Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos ”. El pasaje de hoy repite con frecuencia el verbo permanecer. Una parte importante (la más importante, sin duda) es el trato personal y efectivo con Cristo Jesús. Eso se llama espiritualidad: dejar que el alma se informe de la gracia, el mensaje y la vida de Cristo Jesús. Sin eso, aunque puede un cristiano creer en Cristo, su vida será infructífera. Hoy como desde hace muchos años, existe el peligro de pensar que el buen cristiano es quien participa en todas las actividades de la parroquia: encuentros, convivencias, reuniones de planificación, charlas… y no es así. De hecho, sin el