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Mostrando entradas de septiembre, 2023

Los hechos son mas elocuentes...

 Seguramente habremos escuchado más de una vez decir una frase similar a esta: “un gesto dice más que mil palabras”. No deja de ser cierto en un aspecto bastante común de nuestra experiencia. Y efectivamente los hechos son mucho más elocuentes que las palabras Tristemente nuestra sociedad moderna ha comenzado a distorsionar la percepción de lo verdadero, llevado tal vez por el mal ejemplo de los políticos y, sin duda, por el papel que juegan las redes sociales. El principal criterio para aceptar algo como verdadero es si alguien quiere que eso sea verdad. De esta manera comienzan a extenderse las noticias falsas: hay personas que quieren que eso que es falso sea verdadero y lo aceptan como tal. No importa si se gasta un mar de tinta: La realidad no cambia sólo porque alguien lo diga o porque alguien quiera imponer una mentira. En las lecturas que escuchamos en nuestra Santa Misa de hoy escuchamos un reclamo que hace Dios Nuestro Señor precisamente porque se afirma algo que no es verdad

Los que son fieles recibirán el mismo premio

  El Evangelio de nuestra Santa Misa de hoy (Mt 20, 1-16a) nos presenta una parábola del Maestro en la que trata de dejar un mensaje que particularmente hoy resulta bastante difícil de comprender. No es porque el Señor no sea claro sino porque el contexto social en el que vivimos hace difícil su comprensión. Tengamos presente unas claves para poder interpretar de manera adecuada este pasaje del Evangelio. Cristo Jesús pone el contexto de la parábola: el Reino de los cielos. Como sabemos bien el reinado de los cielos no es otra cosa que aceptar a Jesucristo como Salvador y como Señor y tener el propósito firme de vivir según las enseñanzas de Cristo. Pertenecer al reino o aceptar a Jesucristo va precedido de una llamada que el Señor hace personalmente. Esa llamada puede ocurrir en cualquier etapa de nuestra vida: en la niñez, en la adolescencia, en la edad adulta o incluso cuando se es adulto mayor. Siempre es el momento oportuno para responder al llamado que Dios nos hace. Esa es

Lo grande que es perdonar

 Si hubiese escrito “lo difícil que es perdonar” podríamos haber hecho también otra gran reflexión. Pero en esta ocasión, las lecturas nos invitan a poner en práctica el perdón como un medio de liberación personal y como una manera de cumplir la voluntad de Dios. Cuando una persona guarda rencor u odio contra alguien, carga consigo un veneno mortal para el alma. Es una cosa abominable, como escuchamos en la primera lectura de Nuestra Santa Misa (Sir 27, 33-28, 9). Efectivamente, el ser humano no fue hecho para guardar rencor sino para amar. Y cualquier cosa que no suponga acercarnos a ese ideal, resulta dañino y nocivo para el hombre, no sólo en la vida espiritual sino también en la vida corporal. La parábola que escuchamos en el Evangelio de nuestra Santa Misa (Mt 18, 21-35) es un ejemplo que el Maestro nos pone para que consideremos algo que repetimos muchísimas veces a lo largo de nuestra vida: cada vez que rezamos el Padre Nuestro le decimos al Padre que perdone nuestros pecados de

Corregir es una forma de amar

 Las lecturas de nuestra Santa Misa de hoy tienen un claro denominador común: la corrección fraterna. Corregir a un hermano, un hijo, un pariente, un compañero… es una forma de amar al prójimo. Ya hemos dicho en otras oportunidades que amar no es otra cosa que buscar el bien del otro. Si yo amo a una persona, entonces procuraré el mayor bien posible para ella. No hay otra manera de entender el amor en el sentido bíblico. Es por eso que el Señor enseña que no hay amor más grande que dar la vida por otro (Jn 15, 13): y Nuestro Señor Jesucristo dio su vida para que nosotros pudiéramos ser felices eternamente. Los evangelios lo dicen de manera clara: Jesucristo nos amó a este extremo (Jn 13, 1). Una forma de procurar el amor por el prójimo es ayudarles a que se aparten del mal. Hacer que una persona se aparte de una mala conducta ya es procurarle el bien. Es por eso que en la primera lectura de nuestra Santa Misa (Ez 33, 7-9) el Señor advierte al profeta que es Él quién manda a corregir y

Nunca es una buena idea...

 Las lecturas de nuestra Santa Misa tienen mucha riqueza de contenido. Quiero compartir uno especial, que supone una alerta sobre nuestro trato con el mundo. Naturalmente, nuestra relación con las cosas materiales es más fuerte que con las cosas espirituales. La relación con Jesucristo requiere un esfuerzo particular porque implica poner lo material en un segundo plano. Y eso no siempre es fácil. Nuestra naturaleza humana es débil no solo por lo que refiere a la fuerza física, sino sobre todo por lo que tiene que ver con la fuerza de la voluntad. Normalmente nos dejamos llevar por la ley del mínimo esfuerzo: tendemos a hacer lo que menos trabajo requiera. Y es en este punto donde las tendencias humanas chocan con el proyecto personal que Cristo quiere para con cada uno de nosotros. Seguir a Cristo requiere esfuerzo y el Señor lo deja claro: El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga (Mt 16, 24). Entonces, puede ocurrir que el creyente trate de rec