La meta está clara
A lo largo de nuestra vida, podemos correr el riesgo de distraernos y no tener presente la meta. Las distracciones pueden provenir de pequeños o grandes avatares, intereses, emociones, etc. Y en nuestra vida religiosa, ocurre exactamente igual. En la época en que el Señor Jesús peregrinó por Tierra Santa, los estudiosos de la Sagrada Escritura habían llegado a un nivel tan absurdo que discutían cual podría ser el mandamiento mas importante de la ley. Algunos afirmaban que todos eran iguales, otros que habían algunos más importantes que otros, pero no coincidían en su apreciación. No es raro que un escriba (un estudioso de la ley mosaica) tuviese dudas. En el Evangelio de hoy (Mc 12, 28b-34) un escriba le hace la pregunta al Señor. El Maestro le recuerda una oración —el Shemá Yisrael— que los israelitas repetían muchas veces durante el día (Deut 6,2-6). Junto al mandamiento de “ amar a Dios sobre todas las cosas y con todo el corazón ”, Jesús pone el “ amor al prójimo como a uno mismo ”