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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Jesucristo y sus sentimientos

En la segunda lectura de la Santa Misa de este domingo (Fil 2, 1-11) escuchamos una enseñanza que fundamenta nuestra condición de cristianos. En primer término, Jesús es Dios. San Pablo afirma sin medias tintas la divinidad de Cristo. No obstante, siendo Dios, por amor a nosotros se hizo hombre, “ se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre ”. Por eso su sacrificio en la cruz y su victoria definitiva con la resurrección tienen un valor infinito. Nunca debemos cansarnos de profesar públicamente que Jesús es Dios, que Jesús nos ama, que Jesús es nuestro Salvador, que Jesús es nuestro Señor. La vida nos será corta para hacerlo suficientemente. San Pablo, además, nos pide

No hay lugar para la deseperanza

La desesperanza o desesperación es la percepción que puede tener un individuo de que no hay ningún tipo de futuro bueno para él. En la vida cristiana es un pecado: es cuando un cristiano afirma que no hay posibilidad de salvación para él. Las lecturas de la Misa de hoy son un grito de Nuestro Señor para decirnos que Él está siempre cerca de nosotros. Siempre. Sólo queda que nosotros hagamos el primer paso. En la primera lectura, el profeta invita a todos a acercarse a Nuestro Señor. No importa qué es lo que se haya hecho en la vida: el Señor es capaz de perdonar todo y aceptar a cada quien. Nadie debe pensar que ha llevado una vida tan mala y desgraciada y por eso no tiene perdón de Dios. El profeta nos lo hace saber: “ Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos, dice el Señor ” (Is 55, 8) En el Salmo Responsorial escuchamos una verdad que debe acompañarnos siempre: No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo in

No está en letra pequeña

Normalmente, en los contratos de servicio hay una serie de condiciones que van escritas es letra pequeña, a veces, muy pequeña. Con la firma, el usuario (se supone) acepta todos los términos y condiciones. Hoy el Señor Jesús nos hace saber una condición para el perdón divino, pero en este caso no va en letra pequeña. El perdón es una práctica cristiana, hoy muy valorada en las terapias psicológicas. El perdón procura la sanación interior al saberse perdonado. Perdonar a otros una ofensa recibida libera el alma de resentimientos, rencores, odio, venganza. Y es por eso que el perdón forma parte de la espiritualidad cristiana. Aún más: Jesús nos enseña hoy que hemos de perdonar siempre, sirviéndose de la imagen: “ No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete ”. No se refiere a que el límite del perdón es 490 veces, sino en que el perdón, al igual que el amor, no debe tener límites. Todavía más: el perdón que Dios nos otorga solo será eficaz en la medida en que nosotros seamos