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Mostrando entradas de marzo, 2019

El padre misericordioso

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             Hay quien ha dicho que esta parábola es la mejor de todas que nos ha dejado el Señor. Aún cuando eso es discutible, nadie puede negar la belleza de esta enseñanza que Jesús nos ha dejado.             Si bien el Señor había dirigido esta historia para los líderes religiosos del pueblo de Israel, la grandeza de la sabiduría del Señor es tal que podemos aplicarla a nuestra vida personal. Aún así, hay muchísimos elementos sobre los cuales reflexionar.             Pensemos por ejemplo en la actitud del hijo menor: Quiere todo para disfrutarlo ahora. No piensa en el futuro. Está convencido que solo debe dedicarse al momento presente: fiesta, placeres, desorden, desenfreno. No importa el mañana. ¿Qué pasa en la mente del pecador que se olvida que está llamado a la felicidad eterna? No piensa en el futuro, no piensa en la vida eterna.             El mismo momento psicológico que pasa el hijo menor, lo pasa cualquier cristiano que, por debilidad o maldad, ofende al Se

Saber leer los hechos de la vida

En el Evangelio de hoy, Nuestro Señor quiere aclarar algunas ideas que tenían los israelitas de su tiempo. Ellos pensaban que quienes sufrían desgracias eran objeto de castigo divino. Jesús les dice que no eran ellos más pecadores que cualquiera, pero que deben aprender de ello: Deben ver en ello una gracia especial del Padre que los invita a la conversión de vida. De igual manera San Pablo recuerda a los corintios que todos los hechos del pasado de Israel “ Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga .”. Todos los hechos de la historia pueden tener un mensaje para nosotros, solo que debemos aprender a “leerlos”. Ya el Papa San Juan XXIII invitaba a toda la Iglesia a leer “los signos de los tiempos”, es decir, a saber reconocer los elementos que configuran la sociedad moderna para dar una respuesta desde la persona y el mensaje de

¡Escúchenlo!

El pasaje del Evangelio de nuestra Misa de hoy es conocido como la Transfiguración del Señor. Se encuentra también en los evangelios de Mateo y Marcos. Reparando en los detalles, Jesús y sus apóstoles suben al monte a orar. Se separan de lo ordinario para encontrar las circunstancias ideales para ese momento especial de encuentro con el Señor. Es en la oración donde tienen la visión: Jesús con el autor de la ley y el profeta más destacado del Antiguo Testamento. El simbolismo es elocuente: la ley y los profetas anunciaban a Cristo Jesús. Tras un momento de contemplación, los Apóstoles perciben una voz de Dios Padre: « Éste es mi Hijo, el escogido, escúchenlo .» Unas pocas palabras con unos mensajes muy grandes. El primer mensaje es Jesús mismo. La voz nos indica que Jesús es el Hijo de Dios, Dios mismo que se ha hecho hombre por nosotros. Es una señal de cercanía de Dios con los hombres, con cada hombre. San Pablo decía que en Jesús está la plenitud de la divinidad (Col 1, 1

Las tentaciones de Jesús en el desierto

Hoy, las lecturas de la Santa Misa nos narran las tentaciones del Señor. Hay una secuencia a la que debemos prestar atención: Jesús había sido bautizado, y antes de comenzar su vida pública se retira al desierto. Y después de cuarenta días (de ahí la práctica de la Cuaresma) el demonio viene a tentarle. Y le presenta tres tentaciones. La primera consideración es que nosotros, bautizados, no debemos preocuparnos por sentir tentaciones. Es normal que así sea: el demonio no tienta al que va por mal camino, sino al que hace el esfuerzo por seguir a Jesús y cumplir sus mandamientos. Las tentaciones (visto de esa manera) es una señal de que vamos por buen camino. Lo malo es ceder a ellas. Sin embargo, levantarnos de cada caída nos fortalece en nuestra vida, de la misma manera que cuando el bebé, que aprende a caminar, se cae y se levanta. Eso le permite aprender a caminar. El demonio puede tentarnos en diversos ámbitos nuestra vida: La primera tentación : es la tentación de olvida

La primacía del corazón

            En la Sagrada Escritura, el término “corazón” tiene un significado especial: la fuente de los afectos, sentimientos, valores, intereses, motivaciones. En nuestro lenguaje usual, también usamos el termino “corazón” en ese mismo sentido cuando queremos a una persona que tiene buenas intenciones o malas intenciones. Así nos referimos a ellas como personas de buen corazón o de mal corazón.             Hoy las lecturas de la Santa Misa nos invitan a considerar (muy oportunamente considerando la cercanía de la Cuaresma) la primacía del corazón en el trato con Dios y con los demás. No son las palabras lo que define a un sujeto, es lo que hace realmente. Y hay una correlación entre lo que hace y lo que tiene en el corazón.             Una persona que tiene malas intenciones y sentimientos no puede actuar bien: y aunque aparentemente haga algo bueno, no tendrá valor porque no lo hace con el fin de hacer el bien, sino en provecho propio. « Pues no hay árbol bueno que dé fruto