La hipocresía religiosa
Uno de los tantos litigios que el Señor tuvo con los fariseos, y con los judíos en general, era la falta de correspondencia entre lo que aparentaban y los que en realidad eran. Eso es una enfermedad del alma. Esa enfermedad se llama “fariseísmo” o hipocresía religiosa. En la primera lectura de hoy, Moisés invita al pueblo a seguir de corazón los mandamientos del Señor (Dt 4, 1-2.6-8), mandamientos que no podremos conocer sin una actitud de escucha de la Palabra: “Acepten dócilmente la Palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos. Pongan en práctica esa Palabra y no se limiten a escucharla, engañándose ustedes mismos” (Stgo 1, 17-18. 21-22. 27) En el salmo 14 tenemos un elenco de cómo vivir la Voluntad de Dios: ¿Quién será grato a tus ojos, Señor? El hombre que procede honradamente y obra con justicia; el que es sincero en sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia. Quien no hace mal al prójimo ni difama al vecino; q