Creyentes auténticos
Las lecturas de la Misa de hoy son preciosas. En particular hay una idea que las une: Dios, al no fijarse en la apariencia, ve el corazón y conoce la intención de nuestras acciones. Así no importan las apariencias sino los hechos. En la primera lectura, el profeta Ezequiel –siempre de parte de Dios– dice que el único interés que el Señor tiene es que el hombre vaya por buen camino. Si ha vivido mal antes, no importa: lo que importa es que hoy se arrepintió y volvió al buen camino, así los hombres piensen que es injusto el proceder del Señor. “Yo no quiero que el malvado muera, sino que cambie de conducta y viva, Yo, el Señor, lo afirmo” (Ez 18,23) En la segunda lectura, San Pablo invita a los filipenses –y a todos nosotros hoy– que alejemos de nuestro corazón cualquier tipo de sentimientos que puedan desdecir del nombre de cristianos. Más bien tengamos siempre los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Es una invitación a evitar el doblez de corazón, y buscar más bien la aut