Nadie es tan malo, ni nadie es tan bueno
Las lecturas de este domingo tienen una profundidad espiritual especial. Nos invitan a ver el trato de Dios con los hombres, desde los ojos de Dios. En la primera lectura (Sab 11, 22 - 12, 2), el autor del libro de la Sabiduría hace una reflexión sobre el amor que Dios tiene por sus criaturas y de manera excelsa por el hombre. Utiliza una frase para expresar la misericordia que tiene con el hombre: “ Te compadeces de todos, y aunque puedes destruirlo todo, aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de arrepentirse ”. En el Evangelio escuchamos el pasaje de la conversión de Zaqueo (Lc 19, 1– 10). En eso podemos distinguir la mirada de Dios y la mirada de los hombres. Zaqueo es el líder de un grupo de personas que trabajan para los romanos cobrando los impuestos. Se les llamaba publicanos. Eran muy mal vistos por el pueblo de Israel porque cobraban de más y esa acción era tolerada y protegida por el régimen romano. A los ojos de los hombres, Zaqueo era un gran