Pedir e interceder con confianza y humildad
La oración nuestra puede tener múltiples objetos: alabar, dar gracias, pedir perdón… pero sin duda, la inmensa mayoría de las ocasiones en las que nos dirigimos a Dios es pidiendo algo o por alguien. Cuando se pide por alguien o por alguna situación, ese modo de orar se llama “oración de intercesión”. Pedir por los otros ha sido siempre una de las fuentes de la espiritualidad del cristiano. De hecho, el mismo sacrificio de Cristo en la cruz, es un sacrificio de intercesión: dio su vida por nosotros. En el Padre Nuestro, oración que escuchamos en labios del Señor este domingo, es también una oración de intercesión: cada quien intercede por los demás que rezan esa misma oración, pidiendo que nos dé el pan de cada día, perdone nuestros pecados y nos libre de la tentación. Otro modelo de oración es la de petición: nos dirigimos al Señor pidiendo algo a favor propio. Y quede claro que no es egoísmo, sino que es la actitud más normal que tiene un hijo con su padre. Sea uno u ot