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Mostrando entradas de junio, 2018

La entereza de Isabel

Hoy estamos unidos a toda la Iglesia en la celebración del Nacimiento de San Juan Bautista. “De los nacidos de mujer, no hay ninguno más grande que Juan el Bautista” (Lc 7, 28) un hombre de Dios que vivía con sobriedad (Mc 1, 6) y quería que todos prepararen su corazón para recibir al Señor Jesús (Mc 1, 7). Más aún, quiere que sepan que él es un instrumento de Jesús: Jesús debe crecer y él, menguar (Jn 3, 30). Más aún, señala que lo más importante es Cristo Jesús (Jn 1, 21 – 34) porque es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1, 29). Juan Bautista era un hombre íntegro y lleno de espiritualidad. Hasta sus enemigos lo reconocían. Herodes, que le había hecho encarcelar porque Juan públicamente le recriminaba que estaba viviendo con la esposa de su hermano (Mc 6, 18), le escuchaba con respeto y reconocía que era un hombre justo y santo (Mc 6, 20) La integridad de Juan el Bautista, seguramente, fue aprendida de sus padres. En la lectura del Evangelio de nuestra Misa

IMÁGENES DEL REINO

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En el evangelio de nuestra Santa Misa se este domingo, el Señor quiere enseñarnos qué cosa es el Reino. No olvidemos que el inicio de la predicación era un llamado a la conversión porque se acercaba el Reino de Dios (Mc 1, 15) La primera imagen del Reino: se parece a un hombre que siembra y, sin saber cómo, va creciendo. Cuando los frutos están prontos, entonces, tendrá lugar la siega. La segunda imagen: el Reino se asemeja a la semilla de mostaza: siendo la más pequeña de las semillas. crece hasta convertirse en un árbol frondoso. Para una mejor comprensión tal vez sea mejor decir Reinado de Dios (que es el sentido bíblico), es decir, el imperio de Nuestro Señor Jesucristo sobre los hombres. Ese reinado es peculiar: en la vida presente, es voluntario. Cada hombre acepta la salvación de Jesucristo y decide que Jesucristo sea quien le guíe y dé luces para cada momento de su vida. Así escuchamos en la segunda lectura: Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía (2Co 5, 6)

El Demonio existe

En las lecturas de este domingo encontramos la referencia segura de la existencia del enemigo malo. Recibe diversos nombres: Belzebú, demonio, Satanás… Expresan la misma realidad: un ser creado, de naturaleza espiritual, que ha hecho la razón de su propia existencia apartar a los hombres del trato con Dios. Hace poco, el Santo Padre, el Papa Francisco, hizo pública una exhortación apostólica llamada “ Alegraos y regociajaos ” sobre la santidad. Dedica la última parte de su exhortación al combate, la vigilancia y el discernimiento en la vida del creyente. El combate cristiano es no solo contra nuestros defectos personales (que los tenemos todos) sino también contra la acción del enemigo malo. El demonio no es un mito (eso es lo que el demonio quiere que los hijos de Dios crean) es una realidad presente en la vida de los hijos de Dios. Con respecto a la acción del demonio, el Papa dice: “ Entonces, no pensemos que es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una

Alianza nueva y eterna

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En la primera lectura escuchamos cómo se selló la Primera Alianza que hizo Dios con el Pueblo de Israel que fue sellada con la sangre de unos novillos: la sangre fue rociada al Pueblo como señal del sello del pacto. El autor de la carta a los Hebreos dice que la Alianza Nueva y Eterna, realizada por Dios mismo hecho hombre, fue sellada no por la sangre de novillos, sino por la Sangre de Nuestro Señor. Él es el nuevo mediador de esta Alianza Nueva y Eterna. Así lo escuchamos en la segunda lectura de nuestra Misa de hoy. De hecho, escuchamos en el Evangelio de la Misa de hoy la institución de la Eucaristía, donde el Señor quiso quedarse con nosotros para ser nuestro alimento, nuestro amigo. Cuando decide quedarse escondido en la apariencia del vino dice con una claridad meridiana: “ Esta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos ”. El Señor ha sellado una Alianza con nosotros. Los términos de esa Alianza son los mismos de la primera: “ Ahora, si us