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Mostrando entradas de diciembre, 2014

El Testimonio

El Evangelio de hoy nos propone la figura de Juan El Bautista, pero no como la presentan los demás Evangelistas (el que anuncia la próxima presencia del Señor) sino como lo presenta de manera particular: “Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz”. Desde hace unos domingos hemos estado reflexionando sobre la invitación que nos ha hecho la Iglesia: a mantenernos alerta ante la venida del Señor, a mantenernos irreprochables hasta su venida, a considerar la santidad y la entrega que hemos de vivir esperando la venida del Señor. Este llamado que nos hace la Iglesia no es para vivir como puritanos, o como eran llamados en la época del Señor, “fariseos”, de tal manera que vivamos separados de los demás. No. El cristiano sabe que vive en medio del mundo, pero que no por eso debe dejarse llevar por todas las corrientes del mundo. Hay cosas en el mundo que no tienen nada de malo, otras sí. San Pablo, como lo escuchamos hoy en la segunda lectura, nos invita a no recha

La casa en orden

Hay personas que son maniáticas del orden, otras que el orden les importa un comino. Hay también personas ordenadas. El orden y el desorden en las casas son de las cosas más criticadas por propios y extraños. En el alma sucede algo similar. Es nuestra casa interior donde descansan los afectos, las ideas los sentimientos, las decisiones… Es, en definitiva, la fuente de nuestro actuar y vivir cotidiano. Y ella puede estar en orden o en desorden. El orden siempre nos permitirá vivir mejor, de eso no nos debe quedar la menor duda. El mayor desorden que puede encontrar una persona en su alma es haber olvidado a Dios. Y resulta fácil o muy común el que no se valore a Dios tal cual es, sino que se le deje en un segundo o tercer lugar. No le dedican tiempo para hablar con Él, no tienen el empeño de conocer la Voluntad del Señor. Les da pereza ir a la Iglesia, pero van al estadio a ver el partido de béisbol. No quieren reconciliarse con Dios en la confesión, pero le cuentan su vida