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Judas es un desgraciado... pero, ¿sólo él?


En el Evangelio de hoy escuchamos una fuerte afirmación de labios de Nuestro Señor que suena a una maldición: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”.
            Hoy vemos con horror a la persona de Judas Iscariote. De hecho, en la vida cotidiana, cuando uno se encuentra con una persona que “vende” a otra o se “echa para atrás”, se suele referirse a ese personaje como “un judas”.
Hay una anécdota del P. Machado con el director de aduanas de su época que no le dejaba sacar la imagen de Jesús Crucificado si no pagaba una suma exorbitante de dinero: el P. Machado le dijo que era peor que Judas, porque él lo vendió por treinta monedas y el director de aduanas le pedía un dineral. Éste le dice que no quiere ser peor que Judas y que se lleve al Cristo por veintinueve bolívares de entonces.
                   Judas... ¡qué horror!
         Sin embargo, hoy muchos cristianos ignoran que se comportan igual o peor que Judas. Cada vez que se pone la esperanza en algo creado o se desvía nuestra conducta hacia las cosas materiales, entonces, se vende a Cristo, no por treinta monedas, sino por nada.
            Cuando un cristiano va detrás de la santería, de los paleros, de los brujos, de los espiritistas, se le da la espalda a Cristo Jesús. Cuando un cristiano ordena su vida en función del alcohol, de la droga, del sexo, de la violencia, del dinero, de la trampa, del desorden, del orgullo, de la soberbia, del placer, del lucro y beneficio personal, ese cristiano vende a Cristo no por treinta monedas, sino por la condenación eterna.
            Hoy seguramente verás la imagen de Cristo cargando la cruz, y en tu reflexión personal pensarás que eso fue por culpa de los judíos de la época, del Sanedrín, de Judas... pero, si no piensas que la llevó por ti y por tus culpas y pecados, entonces, no vale de nada lo que haces.
            El cristiano –tú– si no ordenas tu vida en función de la Voluntad de Cristo Jesús, lo vendes a cada rato. Judas lo vendió una vez. ¿Cuántas veces lo vendemos los cristianos de hoy?
            Jesús Nazareno, “Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas”, ayúdanos a ser fieles todos los días de nuestra vida.

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