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Mostrando entradas de noviembre, 2023

Él es el Rey

 Hoy toda la Iglesia celebra la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del universo. Siendo este el último domingo del tiempo ordinario, la Iglesia quiere que recordemos que al final de los tiempos Cristo Jesús vendrá como rey eterno y juzgará a todas las naciones, como escuchamos en el pasaje del Evangelio de hoy (Mt 25, 31-46). Al final de los tiempos su reinado será definitivo. Pero ¿Jesucristo es rey ahora mismo? ¿De verdad nuestro Señor Jesucristo manda en este mundo? El punto de partida de toda reflexión debe ser este: El reinado de Jesucristo en este mundo no es como el de estos reinos de la Tierra (Jn 18, 36). La casi totalidad de los reinos de este mundo se mueven por intereses particulares y sociales y se sirven del uso legal de la violencia para hacer que los ciudadanos obedezcan las leyes y demás órdenes. Pero en el caso del reinado de Cristo Jesús no es así. El reinado de Cristo es un reinado voluntario se adhieren a él los que quieren. Para ello deben reconocer a Cris

¿Qué podemos aprender de la parábola de los talentos?

  El talento era una unidad monetaria que se usaba en la antigüedad. No era una moneda, sino que era una medida para indicar un número de monedas o su equivalente en plata. Un talento equivalía a unos 32 kilos de plata o al salario de 17 años de trabajo. Todavía hoy sería bastante dinero. El uso de este término por parte del Señor en el Evangelio ha introducido un significado nuevo en el idioma: cuando hoy se habla de talento se refiere a las capacidades que muestra una persona para desarrollar una determinada actividad. Ésta es la razón por la cual cuando escuchamos a un joven cantando decimos que tiene talento, o cuando alguien posee destrezas para resolver ciertas situaciones se dice que tiene un talento especial. De este pasaje del Evangelio de Jesús (Mt 25, 14-30) nos deben quedar claros algunos puntos: 1) Todos –quien más, quien menos– hemos recibido del Señor algunos talentos. Que otros no lo sepan o no lo valoren no tiene nada que ver. Es suficiente que lo sepamos nosotro

Saber mirar al final del camino

 Es algo coherente afirmar que no hay que perder de vista el objetivo. Y también es cierto que equivocar el objetivo es algo perjudicial porque nos hace perder tiempo y energías. Y en las lecturas de la Misa de hoy, Dios y la Iglesia nos piden que sepamos poner nuestra voluntad en el final del camino de nuestra vida. Muy por el contrario de lo que pueda pensarse, el final del camino no es el momento de morir, como lo escuchamos en la segunda lectura: s i creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que, a los que mueren en Jesús, Dios los llevará con él (1Tes 4, 14) El objetivo final de nuestra vida es la vida eterna. El momento definitivo ocurrirá con la segunda venida de Cristo, pero en la biografía personal puede ocurrir antes, cuando el Señor nos llame a su presencia. Sea uno u otro, es un encuentro definitivo con Cristo Jesús. El gran peligro entonces es que no estemos preparados para ese momento. Y eso puede ocurrir porque nos distrajimos en cosas pasajeras

No a la doctrina de hombres

  Ha sido una tentación muy frecuente en la historia de la Iglesia querer tergiversar el mensaje del Señor en favor de una posición personal. Lo era ya en la época de Nuestro Señor y lamentablemente también lo es en nuestra época actual. Desde muy temprano en Israel aparecieron diferentes maestros que trataban de interpretar el mensaje que el Señor había dejado en la Escritura. Los seguidores de esas escuelas, en lugar de seguir el mismo espíritu de sus maestros, convirtieron sus opiniones personales en una suerte de bastión. Entonces comenzaron a aparecer las diversas facciones. Había los seguidores del maestro X como también seguidores del maestro Z. Por supuesto, eran rivales. El asunto no terminó allí. Ya en la época de Nuestro Señor Jesucristo se convirtió en una práctica común el que los determinados seguidores de una facción se arrogaban para sí una superioridad moral con respecto al resto del pueblo. Ellos se autorreferenciaban como modelo para todo el pueblo de Israel. Ent