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Mostrando entradas de noviembre, 2018

Jesús, el Rey de la Verdad

Es un recurso frecuente en el Evangelio según San Juan el que Jesús pase de la consideración de algo material a las verdades más sublimes. Y hoy, ante la pregunta meramente política de Pilatos ( «¿Eres tú el rey de los judíos?») el Señor Jesús pasa a manifestar en qué consiste su reinado, que no es según los reinos de este mundo y que, de manera misteriosa, está ligada a la verdad (aquella que nos hará libres, Jn. 8, 32) El Reino de Cristo no es de este mundo . El inicio de la actividad pública de Jesús comenzó con el llamado a la conversión porque el Reino de Dios estaba cerca (Mc. 1, 15) y en muchas ocasiones, el Maestro utilizó imágenes para que entendiéramos que el Reino de Dios es muy valioso, que vale la pena entregar todo por él y que en ese Reino cabemos todos (Mt. 13). Es un Reino que está en medio de nosotros (Lc 17, 21) y el Rey es Jesús (Mt 25, 31-32; Jn 18, 37) Para pertenecer a ese Reino, es preciso seguir a Jesús . En el evangelio de nuestra Misa escuchamos: « So

La segunda venida del Señor y el fin del mundo

La narración de la segunda venida está hecha en el lenguaje propio de los judíos quienes usaban imágenes exageradas para anunciar algo importante. Hoy diríamos que está hecho en términos apocalípticos: el Evangelio de nuestra Misa de hoy es un ejemplo de ello. El Señor habla de una conmoción cósmica universal que anunciará la presencia inmediata de Jesucristo Rey. En sus palabras, Jesús nos invita a considerar que este mundo creado por Dios tendrá un fin, el cual no sabemos cuándo será. No importa cuándo sea, siempre será un encuentro con Cristo: “ Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte ”.             No debemos tener miedo al final de mundo o de nuestra vida. Siempre será un encuentro con el Señor, el justo y misericordioso Juez, ante quien rendiremos cuenta de lo que hemos sido. Lejos de ser un motivo de angustia, es una invitación p

NO al cristianismo residual

Por razones que no mencionaremos, muchísimos católicos a lo largo del mundo han ido distorsionando el testimonio de la fe. Antes existía un mayor compromiso con Jesucristo al que se le daba un lugar preferencial en la vida. Hoy, para muchísimos católicos, la fe y el testimonio de vida se ha convertido en algo residual. Efectivamente, hay una falla a la hora de transmitir la fe de generación a generación. A las generaciones más jóvenes no se les enseña a vivir la fe con coherencia, donde el Amar a Dios sobre todas las cosas tiene un reflejo en lo cotidiano. Hoy, muchos católicos no dan a Dios el lugar preferencial, porque no han aprendido y vivido que el Señor es lo más importante. Dios se convierte en algo de poco valor y, por lo tanto, alguien a quien le dedicaré tiempo si y solo si no tengo nada más valioso qué hacer. Así las cosas, entonces será más importante que el Señor: una fiesta, un programa de televisión, un encuentro deportivo (fútbol, béisbol, tenis, etc.), un ra

Lo principal

Para comprender mejor el pasaje del Evangelio de nuestra Santa Misa de hoy, es importante que reparemos en algunos detalles. Los escribas eran unos personajes que tenían como oficio el estudio de la ley. Serían, más o menos, como los abogados de hoy. En los tiempos en que vivió el Señor en Israel había distintos pareceres sobre los mandamientos que aparecen en el Antiguo Testamento. Eran 248 mandamientos y 365 prohibiciones (entre ellos se encontraban los Diez Mandamientos). Algunos pensaban que todos eran importantes, otros decían que algunos eran más importantes que otros. El resultado final es que se daban discusiones entre los diferentes maestros de la ley. No era raro, pues, que un escriba se acercara a Jesús, que tenía fama de Maestro, a preguntarle su opinión sobre cuál de los mandamientos es el más importante. La respuesta de Jesús es sencilla y demoledora: Le recuerda una oración que los israelitas rezaban con frecuencia: el Shemá Israel : “ Escucha, Israel: El Señor,