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Mostrando entradas de agosto, 2018

Una comunidad sin vínculos - Carlo María Martini

Tomado del libro "Pueblo mío, sal de Egipto", pp. 18-23 Una comunidad sin vínculos El punto de partida de nuestra reflexión desea examinar el momento en que la comunidad aparece desunida, la conciencia atomizada, entendiendo con ello ese estado personal y comunitario en que los individuos no están fusionados, no son juntamente coherentes, sino que viven diversas formas de falta de vinculación. Es la situación que vuelve a presentarse continuamente por el pecado del hombre en la sociedad, por el pecado del cristiano en la Iglesia y por el pecado personal de cada uno de nosotros. La conciencia atomizada es una imagen de sí mismo, no intelectual sino vivida; un concepto de sí mismo, tanto personal (mi vida) como comunitario (mi parroquia, mi grupo, mi Iglesia, mi ciudad, mi nación, mi patria), dividido, no unitario; una percepción de sí mismo, no como unidad en la que todo se integra para expresar fuerza y entusiasmo, sino como visión en la que se siente la desintegr

UNA ENCRUCIJADA COTIDIANA

En la primera lectura de la Santa Misa de este domingo, leemos un hecho particular en la historia de Israel. Josué, el gran guía del Pueblo de Israel en la conquista de la tierra prometida, después de culminar la ocupación, reúne a todos los jefes de las tribus de Israel. Les hace un relato de lo vivido desde la salida de Egipto hasta ese momento, narrando las maravillas y portentos que hizo ante sus ojos. Ahora los pone en una encrucijada: Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros antepasados al este del Éufrates o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; yo y mi casa serviremos al Señor . Algo similar ocurre en el Evangelio de nuestra Misa, final del discurso del Pan de Vida. El Señor les invita a que crean en Él, les dice que Él es el alimento del alma —el pan bajado del cielo y el pan de vida— y les invita a comer su Cuerpo y beber su Sangre. El discurso era muy duro, incluso para sus discípul

La experiencia de Cristo Jesús

Las palabras de Nuestro Señor Jesucristo no tienen segundas interpretaciones u otro sentido: “ El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. ”. Todo creyente debería hacerse esta pregunta: ¿Cómo Jesús puede ser verdadera comida y bebida? ¿Cómo el Señor Jesús puede permanecer en mí por comerlo? En este punto, el creyente debe volver a la fuente de la Palabra de Dios. Y la respuesta está en la primera lectura y en el salmo de la Santa Misa de hoy: ambos hablan de gustar o experimentar. En otras palabras, se trata de vivir ese encuentro con el Señor en la Eucaristía. ¡Es el mejor momento para el cristiano! No hay otro igual. Es tan especial que San Pablo manda a que cada uno se ponga en la presencia de Dios y se examine. La razón es muy sencilla: ¡va a recibir al Señor! (1Co 11, 28-29). Por eso, para que el

JESÚS ES EL PAN DE VIDA

Seguimos la lectura del capítulo 6 de San Juan, en el discurso del Pan de Vida. Jesús, el Maestro, continúa su enseñanza. En este pasaje de hoy encontramos algunas pistas. Ya el domingo pasado escuchamos al Señor decir que es el Pan de Vida, después de afirmar que la obra que Dios quiere que hagamos es creer en Jesús. Todo esto es un discurso que comenzó cuando la gente lo buscaba después de la multiplicación de los panes. Jesús va de lo material a lo espiritual. Y este domingo va igual. Al escuchar a Jesús decir “Yo soy el Pan de Vida”, sus paisanos vuelven otra vez a lo material: «los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?» Y aquí llegamos a un punto importantísimo que es clave en la Nueva Evangelización a la que nos llama la Iglesia hoy. No cabe la menor duda de que cuando el Señor, al final del Evangel

Cambiar de vida, alimentar el alma

Hoy las lecturas de la Santa Misa de este domingo son complementarias. En concreto, el pasaje de la carta a los Efesios (4, 17. 20-24) y el inicio del capitulo 6 del evangelio según San Juan, capítulo que seguiremos escuchando los próximos domingos. En la segunda lectura, San Pablo recuerda la actitud fundamental del creyente en Cristo Jesús: si aceptamos a Cristo, si hemos hecho de Él nuestro Señor, entonces no podemos vivir como personas paganas. Si aceptamos a Cristo renunciamos al pecado; si aceptamos a Cristo, nos apartamos del mal vivir. ¿Cómo hacer esa transformación? ¿Cómo poner en práctica esa conversión a la que nos invita Cristo Jesús? La respuesta: Dejen que el Espíritu renueve su mente. El punto de quiebre está en que si yo acepto a Cristo como mi Salvador no puedo seguir pensando como antes. No puedo prenderle una vela a Dios y una al diablo. No puedo decir que acepto los mandamientos de Cristo y sigo cometiendo los mismos pecados. ¡Eso es un absurdo! Aunque pa