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Mostrando entradas de febrero, 2023

El mismo musiú con diferente cachimbo...

  En Venezuela solemos usar esa frase para decir que algo se repite con ligeras diferencias. Algo similar podemos nosotros reflexionar después de escuchar la lectura del Evangelio de nuestra Santa Misa de hoy (Mt 4, 1-11) . Hoy en el pasaje del Evangelio escuchamos cómo el demonio aprovechando una circunstancia especial en la vida del Señor después de 40 días de ayuno se acerca a Él para intentar hacerle fracasar en su misión. Este pasaje se ve llama las tentaciones de Jesús en el desierto. La primera tentación que presenta el demonio tiene que ver con vender como “más importante” la satisfacción de las necesidades materiales. El demonio, percibiendo el esfuerzo que hace el Maestro por llevar una vida austera y de penitencia en el desierto, cree que Jesús cederá a la tentación de renunciar a la voluntad de Dios Padre por la oferta de pan. El Señor le responde haciéndole saber que nada será más importante que la salvación de la propia alma: No sólo de pan vive el hombre, sino tambié

Tiempo para mirar hacia el corazón...

  Hoy existe un consenso casi unánime en aceptar que el materialismo de la vida moderna está vaciando de sentido la vida de muchas personas y está acabando con el mundo de los valores. Sin duda alguna, es una verdad que admite poca o ninguna discusión. El volcarse hacia las cosas materiales va afectando la vida de las personas no solo en el aspecto personal sino también en el ámbito familiar y social. Las personas suelen poner a cualquier actividad humana, desde una simple y sencilla amistad hasta un negocio de grandes proporciones, los criterios de ganancia o pérdida. Y eso produce repugnancia. Tal vez esa sea una de las razones por la cual se han multiplicado cada vez más los coach motivacionales y las publicaciones de autoestima: como muchas personas comienzan a no encontrarle sentido a muchas de las cosas que hacen, necesitan que alguien les ayude a dar algún tipo de sentido (aunque sea de manera hipócrita) para que su vida no se pierda en el vacío. El asunto es que eso puede ayuda

Sentido bíblico de la santidad

 Las lecturas de nuestra Santa Misa de hoy (Lv 19, 1-2. 17-18; Mt 5, 38-48) nos refieren un pasaje muy similar: “ sean santos porque Yo, el Señor, soy Santo ”. Una y otra lectura vienen acompañadas de una serie de preceptos morales. Es una pregunta que siempre ha acompañado a los fieles seguidores de Cristo: ¿Qué es la santidad? En la Sagrada Escritura santidad tiene un significado bastante amplio. Etimológicamente santo significa separado, es decir, que no es común, sino que tiene un destino diferente. Por eso, la Biblia dice que Yahweh es Santo, o más aún, tres veces santo, o el Santo de entre todos los santos. Con ello, la Sagrada Escritura quiere dejar claro que Dios no puede ni debe ser puesto con las categorías que conocemos de este mundo, sino que es lo más especial que existe. Si Dios es Santo entonces todo lo que se dedica a Él también es santo. Y esa es la razón por la cual las cosas que eran dedicadas al Señor no debían ser destinadas a otro uso. Destinar algo santo a un uso

No empapeles el asunto...

Nosotros los venezolanos solemos utilizar una frase para identificar la actitud de una persona que quiere enredar lo que es sencillo: empapelar. De esta manera cuando una persona quiere justificar su mala actitud o quiere hacer que otra persona actúe de un determinado modo, incluso en contra de su voluntad, se dice que es una persona que empapela. Las lecturas de la Santa Misa de hoy nos invitan a no tener esta actitud con respecto a la voluntad de Dios. La voluntad de Dios para todos los hombres es perfectamente razonable. Nuestro Señor no nos pide cosas que son imposibles o absurdas. El Señor espera que nosotros simple y llanamente pongamos en práctica cosas que sabemos que son buenas y que son perfectamente posibles de realizar. De tal manera que quien no las cumple es porque no tiene la voluntad firme de hacerlo. Y en esto incluimos también la debilidad de los seres humanos. Así lo escuchamos en la primera lectura (Sir 15, 16-21): “ Si tú lo quieres, puedes guardar los mandamientos

Los hechos dicen más...

Hoy, las lecturas de nuestra Santa Misa, en especial el pasaje del Evangelio, nos invitan a reflexionar sobre un elemento esencial en la vida de todo creyente. No es otra cosa que el testimonio. Desde el inicio de la vida pública del Señor, y también en la predicación de los Apóstoles, el mensaje del Evangelio proclamaba la necesidad del testimonio. No ha sido ni será suficiente una fe abstracta, sino que ha sido y será necesario el testimonio de los creyentes. Dicho sea de paso: es la mejor forma de acreditar nuestra palabra específicamente cristiana. Solo con la vivencia de los valores del Evangelio que nos enseña Jesucristo para nuestra salvación podremos nosotros lograr que el mundo cambie. Y es lo que nos enseña el Maestro en el pasaje del Evangelio de hoy (Mt 5, 13-16): somos la sal de la tierra , somos nosotros quien debemos dar sabor a nuestra sociedad. Somos la luz del mundo , nuestra misión es iluminar con nuestra vida todas las realidades humanas. El objeto del testimo

De la presentación del Señor aprendemos...

  Que como para Simeón, el sentido pleno de la vida es un encuentro con el Señor Jesucristo… En el pasaje del Evangelio de nuestra Santa Misa, escuchamos de un personaje llamado Simeón. Dice de él que era un hombre justo, es decir, que era un hombre santo y que aguardaba el cumplimiento de la promesa hecha a Israel: él no moriría sin antes ver al Mesías prometido. Cuando María y José entraban en el templo con el Niño Jesús, Simeón reconoció al Dios hecho hombre. Una vez tenido ese encuentro con Jesús, Simeón entendió que el sentido de su vida había sido alcanzado en plenitud. Por eso eleva al Señor una acción de Gracias y, al mismo tiempo, le hace saber que, habiendo encontrado a Jesucristo, su vida ya estaba completa con lo cual podía disponer de ella cuando quisiera. Todos los cristianos tenemos que redescubrir que nuestra vida como creyentes solo tiene sentido si tenemos un encuentro con Jesús. Ese encuentro debe ser personal e íntimo, de tal manera que nuestra vida comience u