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Mostrando entradas de junio, 2023

El verdadero temor de Dios

  Una de las situaciones más difíciles y que con mayor frecuencia se presentan en los fieles es el temor a lo que otras personas puedan decir de él. No solo nos referimos a la vida de fe sino a cualquier aspecto de la vida social. Eso supone un peso muy grande en la vida de un individuo. Una persona que trata de evitar que los demás digan algo malo de él se somete a un infierno en vida. La razón es sencilla: nunca va a poder agradar a todos. Esas personas viven en un estrés constante y pueden terminar enfermos con ansiedad, depresión u otro tipo de trastorno. Por lo que se refiere a la vida cristiana de un fiel, sucede exactamente lo mismo. Ese fiel puede pensar que su testimonio se reduce al hecho de que nadie tenga nada malo que decir de él. Y en realidad no es así. El testimonio que el Señor Jesús espera de nosotros es una cosa infinitamente superior: se trata de mostrar a los demás cómo puede agradar al Señor y ser feliz. Por otra parte, como escuchamos en la primera lectura

En la solemnidad del Sagrado Corazón

 Nuestro día a día y los diversos acontecimientos en los que nos vemos envueltos producen una muy fuerte presión sobre nuestra alma. Y eso hace que, aunque estemos físicamente bien, sintamos un cansancio y un agobio espiritual. Todas esas cosas son una fuerte carga que nos va a desgastando. Muchísimas personas gastan un buen dinero en terapeutas o acudiendo a esos autodenominados gurús en búsqueda de técnicas que le permitan manejar el estrés. Y la verdad sea dicha, eso ayuda muy poco. Eso no supone una respuesta definitiva para lo que nos ocurre. Si pensamos que podemos alcanzar todo con nuestras solas fuerzas, no solo estaremos equivocados, sino que añadiremos más peso a nuestra alma. ¿Cuál es la solución? Acudir a Jesucristo. Escuchamos en el Evangelio de la Santa Misa de hoy: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi y

El pan para que tengamos vida

En toda Venezuela, como en muchos otros lugares, celebramos hoy la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo. Las lecturas de hoy evocan la Eucaristía. La primera lectura (Deut 8, 2-3. 14b-16a) hace referencia al maná, al pan bajado del cielo, que el pueblo de Israel comió durante el tiempo que estuvo en el desierto. La segunda lectura (1Co 10, 16-17), en cambio, San Pablo nos recuerda a toda la Iglesia que cuando nos acercamos a recibir el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo nos hacemos uno con Él. Es por ello que al Augusto Sacramento del Altar le llamamos el sacramento de la comunión. El pasaje del Evangelio está tomado del discurso eucarístico que está en el capítulo 6 del Evangelio según San Juan. El Señor abandona el estilo literario de la parábola para utilizar un lenguaje realista. " Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo teng