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Mostrando entradas de septiembre, 2012

La diversidad en el testimonio

En las lecturas de hoy encontramos dos situaciones muy similares. Josué le pide a Moisés que prohíba a Eldad y Medad que profeticen, y Juan dice a Jesús que prohibieron a una persona expulsar demonios en nombre del Señor. En ambos casos, la respuesta fue un no razonado. Moisés invita a Josué a purificar las intensiones: No se va aponer celoso, antes bien, expresa el deseo de “ ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el espíritu del Señor ”. Jesús le dice a Juan: “ No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí ”. Todos estamos llamados a dar nuestro testimonio como creyentes. Ahora, no todos estamos llamados a hacerlo del mismo modo. En la Iglesia, el Espíritu Santo ha suscitado diversidad de modos, no solo como sacerdote o religioso, sino en una multiplicidad de caminos de espiritualidad. En cualquier caso, el discípulo de Cristo debe ser consciente de que no debe ser oc

El obstáculo

Hoy las lecturas de la Misa nos invitan a considerar una verdad tan grande como una catedral: el principal obstáculo para dar frutos de vida eterna es cada uno de nosotros. Seguir a Jesús, vivir como quiere Jesús, necesita solo un requisito: la libertad. Libremente cada quien pone en práctica el mensaje del Señor. Es nuestro amor propio el principal obstáculo para vivir como cristianos. Santiago, en su carta, deja en evidencia que son las pasiones del hombre las causas de las luchas y conflictos:

Y tú, ¿quién dices que soy Yo?

Ésta es la pregunta con la que el Señor interpeló a sus Apóstoles después de sondear lo que decían los otros. Y allí se hizo adelante Pedro. La fe –ya lo hemos repetido hasta la saciedad– no se trata de un simple reconocimiento intelectual, de saber, de tener noticias. La fe es algo más profundo y más comprometedor. Afirmar que se cree en la Divinidad de Jesucristo implica afirmar también que Dios nos ha hablado y su Palabra permanece para siempre. No cabe pues un relativismo en la observancia de sus palabras. Ya desde los inicios de la Iglesia hubo una especie de enfrentamiento entre los que decían que no era necesario hacer tanto cuanto creer en Jesús, y los que decían que la fe en Jesús conlleva asumir una nueva vida, dejando atrás todo lo que nos aleja de Dios. Santiago es consciente de ese enfrentamiento y le pone punto final: “ ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? ” Y llega hasta hacer un reto: “ Tú

Te hizo a ti

Hay un relato simpático que traigo a colación. Una persona piadosa, en su camino, vio a un niño desnutrido pidiendo limosna. Quedó fuertemente impresionado que fue a la Iglesia más cercana, se arrodilló delante del Sagrario y le dijo a Jesús: “Señor, acabo de ver a un niño pidiendo limosna. ¿Cómo puede ser que ese niño esté en esas condiciones? ¿Acaso, Señor, no piensas hacer nada?”. Después de un breve silencio, esa persona escuchó una voz que salía del Sagrario que le decía: “Te hice a ti”. Las lecturas de hoy nos recuerdan la predilección que tiene Nuestro Señor por aquellos que carecen de bienes. Y en esto hay una llamada de atención.

La fe y la vida

Desde hace muchos   años, la Iglesia viene alertando sobre un peligro que se cierne sobre la Iglesia. Ese peligro lo llaman “divorcio entre la fe y la vida”. Este peligro tiene una doble manifestación. La primera manifestación de este divorcio es el no cumplir la Voluntad de Dios con el pretexto de que cada quien puede interpretarlo a “su manera” y que basta solo “muy de cuando en cuando” ir a Misa. Esto es muy grave, porque bien sabemos que la fe si no se vive es muerta, y si no se lleva a la práctica es engañarse, porque a Dios no se le puede engañar. Este llamado de atención lo hace la pluma incisiva de Santiago: “ Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos. Pongan en práctica esa palabra y no se limiten a escucharla, engañándose a ustedes mismos ”. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que este divorcio es causa de que muchos no crean en el mensaje de Cristo. La segunda manifestación de este divorcio es la introducc