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Mostrando entradas de enero, 2017

Un camino seguro para felicidad

El concepto de felicidad que tiene el mundo no es el mismo que nos quiere transmitir el Señor Jesús. Son muy diferentes. Para el mundo la felicidad se resume en el tener y en el placer. Mientras más tienes y más gozas, eres feliz. Más que felicidad es hedonismo. Teóricamente podría resultar verdadero, pero en la práctica no lo es. De hecho, las personas que se vuelcan a los bienes materiales o a los placeres mundanos, entran en un remolino que se los terminará tragando. Una vez que se entregan no caen en la cuenta que poco a poco necesitarán más y al mismo tiempo se vuelven esclavos de ellos. Pasa el tiempo y el organismo no les rinde, entonces, intentan redirigir sus vidas por otros derroteros, terminando en una vida llena de amargura. Esa es el motivo por el que podremos encontrar personas que después de vivir una vida mundana, terminan tristes y amargados porque no pueden hacer lo que desean hacer. Nunca van a reconocer que ahí no estaba la felicidad. Jesús nos pr

Jesús Luz y guía

Las lecturas de la Santa Misa de este segundo domingo del tiempo ordinario, son muy ricas en imágenes. Comparto con Uds. dos de las imágenes que encontramos. La primera: Jesús es luz. El evangelista Mateo (4, 12–23) cita a Isaías anunciando el cumplimiento de su profecía. Una gran luz brillaría sobre quienes viven en las tinieblas. Esa luz es Cristo quien decidió establecer su domicilio en Cafarnaúm, a orillas del lago o mar de Galilea. Más allá del cumplimiento fiel de la profecía, en los evangelios se le da a Jesús el título de “luz”, como por ejemplo, Simeón quien le llama Luz de las naciones (Lc 2, 32) o Zacarías quien dice que nos visitará el Sol que nace de lo alto para iluminar a los que viven en sobras de muerte (Lc. 1, 79). Más aún, Jesús dice de Sí mismo que es la luz, y quien le siga tendrá la luz de la vida, y nunca andará en la oscuridad (Jn 8, 12). Dice el evangelio que esos pueblos vieron una luz grande y de inmediato dice que el Señor Jesús a predicar, diciendo: “

Jesucristo al centro de todo

Es fácil olvidar lo más importante por lo más llamativo o por lo más útil. A veces resulta sencillo distraerse. Es un peligro real. San Juan Bautista lo sabía. Es por ello que a sus discípulos y a todos los que estaban a su alrededor les señala lo importante: “ Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo he dicho: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel ”. La primera comunidad cristiana, que es siempre un reflejo del ideal de la Iglesia, lo tenía muy claro. El centro de todo es Jesucristo. De hecho, no resulta extraño que en la segunda lectura de la Misa de hoy (1Co 1, 1-3), en tres versículos, San Pablo nombra a Jesús cuatro veces. Y la razón es sencilla: Jesucristo es lo más importante en la Iglesia y en la vida del creyente . El mensaje de San Juan Bautista que escuchamos en el evangelio de

En la Solemnidad de la Epifanía

1. Los Magos llegaron a Jerusalén buscando al Dios Rey. Fueron donde, lógicamente, buscarían a un rey: en el palacio. De que buscaban a un Dios rey no cabe duda: preguntaron por el rey de los judíos que había nacido –por lo tanto es rey– y vienen con regalos a adorarlo –acto que corresponde solo para Dios–. Buscaban pues al Dios Rey. 2. Todos en Jerusalén recibieron la noticia, incluidos Herodes, los Sumos Sacerdotes y los escribas del pueblo. Todos buscaron en la Biblia donde debía nacer el Mesías: en Belén de Judá. Sin embargo, ninguno de ellos se movió de Jerusalén. Ninguno de ellos se empató en la búsqueda de los Magos. Su actitud no cambió. Su interés no estaba en buscar al Mesías. Herodes estaba apegado a su poder político, los Sumos Sacerdotes quién sabe a qué cosa, y los escribas en sus negocios. Estaban en donde estaba su corazón. Hoy pasa igual. Piénsalo un poco y te darás cuenta. 3. Puede ocurrir que los que seguimos a Jesús no veamos las cosas con claridad meridi