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Mostrando entradas de junio, 2013

Quitando piedras del camino

Las lecturas de la Santa Misa que Dios y la Iglesia nos proponen para nuestra reflexión en este domingo son hermosas y podríamos sacar muchísimo provecho de ellas. Hoy podríamos plantearnos, sin problema, qué cosas pueden distorsionar nuestra vida cristiana, el seguir al Señor Jesús. 1° La religión cristiana no es para hacer mal a nadie . Santiago y Juan, en vista que no querían recibir al Señor en un pueblo, querían mandar a destruirlo. Y el Señor Jesús les regañó. Quien tenga en el corazón pedir a Dios un daño o mal para otros, está fuera del camino. 2° El seguimiento a Cristo no es para obtener prebendas y provecho personal . Ante la propuesta de uno de seguir a Jesús, el Señor le responde: “ Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza ”. No quieras seguir a Jesús con la sola intensión de mejorar tu economía personal o para aprovechar y promoverte. El seguimiento debe ser desinteresado y total. 3°

La fe es reconocer, aceptar y seguir a Cristo Jesús

Fe no es confianza ciega en algo o alguien (yo le tengo fe a Fulano) tampoco en la esperanza ciega de que algo va a funcionar (tómate esto con fe y verás que te da resultado). Nada de eso es la fe. La Iglesia nos enseña: “ La fe es una adhesión personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante sus obras y sus palabras ” (Catecismo de la Iglesia Católica n° 176) La fe es reconocer a Dios que se revela (y la plenitud es Cristo Jesús) y adherirse al Dios que se revela (Cristo Jesús). Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a Cristo Jesús. Y eso nos lo enseña hoy Jesús, el Señor. En un diálogo con sus discípulos, el Señor quiere sondearlos. Primero, pregunta por lo que dice la gente de Él. Y responden todos. Hace una segunda pregunta: Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo? Ahora, contesta uno solo. Resulta llamativo que hablar de los demás es más

El perdón, fruto del amor

Las lecturas de la Misa de hoy son una invitación a considerar un aspecto fundamental de la vida cristiana: el perdón. Es inevitable el que a lo largo de la vida nosotros nos dejemos llevar por las emociones y cometamos algún agravio contra alguien. De igual manera, es inevitable que recibamos ofensas y agravios de otros. Más aún: es absolutamente inevitable que ofendamos al Señor. Y las ofensas contra el Señor siempre son más graves que las demás. Siempre. El Señor Jesús nos trae una gran buena noticia, un gran evangelio , que no debemos olvidas jamás: Dios nos ama tanto que está siempre dispuesto al perdón . La única condición para el perdón es el arrepentimiento y la conversión. El hombre siempre juzga de diversa manera: se deja llevar por otras motivaciones o por otros sentimientos de venganza, odio o resentimiento. Pero el Señor no es así. Ante el juicio crítico de Simón el Fariseo, el Señor responde con la lógica divina: porque ama más, más se le perdona. El

El Señor tiene su corazoncito...

Hace poco celebramos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Reflexionábamos entonces que el Corazón de Jesús es la imagen del amor que Dios tiene por nosotros. Hoy, en este pasaje del Evangelio según San Lucas, podemos contemplar una de esas tantas facetas donde el Señor nos muestra su amor: en la adversidad. Para comprender este pasaje con mayor profundidad, tenemos que considerar algunas cosas. La primera es: la sociedad israelita estaba construida sobre la figura del varón y sobre él descansaban la inmensa mayoría de los derechos. La mujer, en cambio, tenía un papel secundario. Una de las peores desgracias que podía ocurrir a una mujer en Israel era quedarse sola: viuda y sin hijos. Eso implicaba que no tenía consigo un varón que velara por ella. Se convertía en presa fácil de los abusadores y pervertidos (que en aquella época también existían). El Señor, en el Antiguo Testamento, había establecido una maldición sobre quienes se aprovecharan de los huérfanos y las