No hay santo sin pasado ni pecador sin futuro
Hoy que el día del Señor coincide con la celebración de la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, se nos presenta la oportunidad inmejorable de reflexionar sobre un defecto que se ha introducido en el imaginario de los fieles cristianos. Muchos hermanos nuestros piensan, erróneamente, que para acercarse al Señor y formar parte de la Iglesia peregrina hay que ser puros e inmaculados desde el vientre de la madre (o algo así). Y habrá que repetir, como en su momento dijo el Papa Francisco, que en la Iglesia hay lugar para todos. La solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo nos ofrece la oportunidad de rectificar ese pensamiento erróneo. La Sagrada Escritura da razón de que las hoy columnas de la Iglesia tuvieron un pasado nocivo. San Pedro era un sujeto iracundo y apasionado. Fue de los primeros seguidores de Jesucristo, pero desconfió a la hora de caminar sobre el mar, quiso apartarlo de su misión a tal punto de que el Señor le llamó Satanás, le cortó una oreja a u...