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Mostrando entradas de febrero, 2020

El diablo y las tentaciones del Señor

Las lecturas de la Santa Misa de hoy deben llevarnos a una reflexión sobre dos aspectos: la habilidad del demonio y las tentaciones del Señor en el desierto. En el fondo, la tentación es una acción del demonio de presentarnos lo malo como bueno, y lo falso como verdadero. Y el demonio es un especialista en eso. Se aprovecha de una debilidad que tenemos todos: una cierta inclinación hacia el mal ayudado con la posibilidad de error. En la primera lectura, el demonio comienza con una afirmación engañosa: «¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?» (Gn 3, 1). Ése fue el comienzo de todo un discurso erróneo que llevó a Eva a transgredir la única prohibición que le hizo nuestro Señor. Cuando Jesús, después de estar cuarenta días en el desierto, sintió hambre, el demonio lo tienta. Tal vez podamos pensar: ¿qué tiene de malo que si Dios tiene hambre, convierta unas piedras en pan para comer? Visto de esa manera, nada. Pero si nos preguntamos: ¿Está bien que

¡Con un corazón libre!

Continúa este domingo el pasaje del Sermón de la Montaña (Mt 5) y hemos de prestar atención a la cátedra del Señor. En el pasaje del Evangelio de hoy la enseñanza del Maestro es específica y profunda. . Parte de la intención de la enseñanza de Jesús es la de purificar el mandato divino de añadiduras humanas. En múltiples ocasiones, el Maestro recrimina a los fariseos y a los escribas el que ellos dan más importancia a sus tradiciones que al mandato divino. Y efectivamente ese riesgo lo tenemos nosotros hoy: un buen número de cristianos cometen el error malvado de creer más “a lo que dice la gente” que al mensaje de salvación que nos ha dejado Jesucristo. . De hecho, el Maestro da la correcta interpretación al pasaje llamado “ley del talión” (Lv 24, 18-20; Dt 19, 21). El “ojo por ojo, diente por diente” era una norma por la que las autoridades del pueblo impartían la justicia para evitar la anarquía en Israel. Los israelitas la habían convertido en una excusa para la venganza. En es

Habla Jesús, el Maestro

Las lecturas de la Misa de este domingo son de una belleza única. Podríamos hacer múltiples reflexiones, pero esa es una tarea personal. Te dejo una para tu provecho. - La primera lectura nos deja muy en claro que la fidelidad a Jesús es una decisión personal insustituible: Si quieres, guardarás los mandamientos y permanecerás fiel a su voluntad . Y, como respondimos en el Salmo, será Dichoso el que camina en la voluntad del Señor . Debe ser una súplica constante la oración que escuchamos en el Salmo: Muéstrame, Señor, el camino de tus decretos, y lo seguiré puntualmente; enséñame a cumplir tu ley y a guardarla de todo corazón . - En el Evangelio, escuchamos la continuación del Sermón de la Montaña (Mt 5). Hoy, el Maestro nos enseña cómo cumplir a cabalidad la Voluntad del Señor. En primer término, no se trata de un simple cumplimiento externo sino que se ha de alejar de la mente y del corazón cualquier pensamiento o deseo que pueda conducirnos al pecado. Esa es la razón po

Luz y sal

Las lecturas de este domingo destacan las imágenes de la luz y de la sal. Ambas tomadas de la experiencia común. Basta pensar en una comida sin sal o en una casa a oscuras. O, por el contrario, pensemos en una comida con el punto justo de sal o en una casa bien iluminada. La misma función de la luz y de la sal en la vida ordinaria es la misión de los cristianos en la sociedad. . El testimonio de nuestra condición de creyentes es llevar una vida de acuerdo con los mandamientos y a las enseñanzas de Jesús transmitida por la Iglesia. Ese testimonio hemos de darlo públicamente, con nuestros pensamientos, palabras y acciones, acompañados también con una actitud de escucha para corregir cuando nos hayamos equivocado. No debemos sentir miedo o vergüenza de decir que hemos puesto nuestra fe en Jesús: “ Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos ”. . Nuestro mundo de hoy está viviendo una época difícil.

La presentación del Señor en el Templo

         La lectura del Evangelio de nuestra Misa de hoy (Lc 2, 22 – 38) aparecen una serie de personajes: José, María, Simeón, Ana y por supuesto, el Niño Jesús. Los cuatro primeros tienen algo en común: quieren cumplir al Voluntad de Dios. Y la cumplen de hecho.          José y María se dirigen al Templo de Jerusalén para cumplir lo que está mandado en la ley del Señor : Fueron al Templo para presentar al Niño Jesús. Fueron a presentar la ofrenda de familias pobres: un par de tórtolas o dos pichones. José y María quieren cumplir la Voluntad de Dios.          De Simeón, la Palabra dice que era un hombre justo y piadoso. Justo, en la Sagrada Escritura, significa una persona cuyo corazón estaba en el Señor. Piadoso, significa que dedicaba tiempo para estar con el Señor en la oración y en el culto. Era un hombre que se dejaba guiar por el Espíritu Santo: impulsado por el Espíritu fue al Templo .          Cuando se encuentra a Jesús, deja salir todo lo que tiene en el corazón. Le dice