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Mostrando entradas de agosto, 2020

Los criterios de este mundo

En la segunda lectura de hoy encontramos un consejo de San Pablo que bien podría ser la filosofía que guíe la vida de los cristianos en este momento de la historia. Léela despacito y medítala. Según los estudiosos de los fenómenos sociales, los venezolanos nos hemos dejado influenciar por lo que se llama “la cultura de la imagen”, es decir, que nos dejamos llevar por las apariencias o por los que los medios de comunicación o las redes proyectan como “el modelo de vida”. No debemos rechazar de primera esta afirmación porque, siendo honestos, algo de cierto hay. Es fácil dejarse llevar por los criterios de este mundo y en especial por lo que los medios quieren transmitir como el modelo de vida del ciudadano. De hecho, las famosas modas, algunas que rayan en lo ridículo, son consecuencias de esta cultura. Otra de las manifestaciones de este dejarse llevar por los criterios de este mundo es “el hacer lo que hace todo el mundo”. Si todo el mundo se emborracha los fines de semana, si gastan

Pedro, sobre esta piedra edificaré mi Iglesia

  a) Toda misión en la Iglesia exige una respuesta personal a Cristo Jesús Añadir título En el Evangelio escuchamos como el Señor sondea a los Apóstoles sobre lo que dicen “las lenguas” sobre Él. Nada mal. De inmediato el Señor pasa al plano personal: “ Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo? ” Es la pregunta siempre actual que nos hace Jesús: Para ti, ¿quién soy Yo? Dependiendo de la respuesta, será nuestra conducta. Si creemos que es un personaje más, si creemos que es alguien grande, si pensamos que es uno entre tantos dioses o si es el Único Dios y Salvador Todopoderoso. Si no lo reconocemos como Pedro como el Hijo de Dios vivo, el Mesías Salvador anunciado desde antiguo, entonces no podremos llamarnos cristianos: “ Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor y con tu corazón crees que Dios lo resucitó, alcanzarás la salvación. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia y con la boca se reconoce a Jesucristo para alcanzar la salvación ” (Rom, 10,9-10) Sin esa fe en Jesu

Purificación interior

  El pasaje del Evangelio de hoy posee una dificultad para su comprensión. Así que haremos una lectura paso por paso. Pueden encontrarse en él algunos elementos para nuestra vida espiritual. Una mujer cananea (no pertenecía al pueblo de Israel), habiendo escuchado la fama de Jesús llevada por la desesperación, se acerca al Señor para pedir por su hija. El Señor no le presta atención. Los discípulos interceden por ella. ¿Por qué el Señor no la atiende? Una de las razones la escuchamos luego: ella no era israelita y el Señor había sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel. Ella practicaba otra religión y se acercaba a Jesús por interés. Su desesperación hacía que ella buscara cualquier solución para su hija. Esa mujer necesitaba purificación, al igual que muchos cristianos que hoy se acercan al Señor solo porque quieren obtener un beneficio, pero no buscan reconocer su Nombre ni alcanzar un compromiso en su propia vida. Sin un compromiso en su vida, difícilmente recibiría un favor

Arca de la Alianza

 En las lecturas de la víspera de la Asunción de la Virgen, escuchamos un relato solemne del libro de las crónicas: bajo el mando del Rey David, el Arca de la Alianza hace su entrada solemne en la Ciudad Santa, Jerusalén (1Cro 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2). En las letanías damos el título de “ Arca de la Alianza ” a la Virgen María. Para comprender el origen y el fundamento, debemos acudir a la historia bíblica. El Arca de la Alianza era un cofre que contenía las tablas de la Ley (los mandamientos que escribió Dios mismo “ con su dedo ”) y otras cosas de gran valor para Israel. Sobre el Arca descansa la presencia de Dios. El pueblo la llevaba consigo donde iba, David la llevó a Jerusalén y Salomón la introdujo en el Lugar Santísimo del Templo de Jerusalén. Como creyentes, sabemos perfectamente que María llevó en su vientre a Dios mismo. La presencia de Dios descansaba en Ella, al igual que el Arca de la Alianza. El relato del libro de la Crónicas narra la entrada del Arca en la Ciudad Santa

El silencio interior

  La primera lectura y el Evangelio de la Misa de este domingo son hermosos y vale la pena que nos detengamos en una reflexión más profunda más allá de las que puedan ofrecer estas líneas o la homilía del sacerdote. Seguramente te ayudará está reflexión.   Hay dos gestos en las lecturas de hoy. Elías estaba en el monte Horeb esperando encontrarse con el Señor. Hubo una serie de fenómenos: un viento huracanado, un terremoto, fuego… en ninguno de ellos estaba el Señor. Cuando sintió una brisa suave, entonces salió de la cueva para encontrar al Señor. Por otra parte, en el Evangelio, después de la multiplicación de los panes, el Señor mandó a sus discípulos que se adelantaran y despidió a la gente. Una vez culminado esto, dice el pasaje del Evangelio que “ subió al monte a solas para orar ”. En el trato con el Señor, especialmente en la oración, se requiere una particular condición. En la tradición cristiana se llama “silencio interior”, es decir, alejar de nosotros todo elemento que

Confianza en la adversidad

Las lecturas de la Santa Misa de hoy son un llamado de atención por una tentación constante que sufrimos los discípulos de Cristo, especialmente en estos tiempos difíciles. Las cosas materiales son necesarias, pero podemos dejarnos llevar por criterios poco cristianos. - En la primera lectura de la Misa, tomada del libro del profeta Isaías, escuchamos una alerta y un mensaje de consuelo. En ese momento, el pueblo de Israel se encontraba en una situación económica difícil. Eso hizo nacer, como resulta explicable, una especie de angustia por el futuro y una desorientación sobre los bienes. El profeta, de parte de Dios, les llama la atención: no dejen que la angustia por los bienes materiales les quite la paz que da la fe y la confianza en Dios. El creyente no saca las cuentas sin Dios porque el Señor es fiel a sus promesas. Usando una frase de los jóvenes de hoy: Dios no te va a dejar morir . Así que no dejes de ser fiel a Dios, aunque te veas en apuros. - El Salmo responsoria